La
imagen lo dice todo (es de El Correo de esta pasado jueves); el escudo de
España que presidía el edifico de la Agencia Tributaría (antigua Hacienda del “estao”) ha sido tuneado al gusto del
consumidor actual.
El
edificio, al parecer, se inauguró a principios de los años ’50 del siglo
pasado, y el escudo estaba enmarcado por la silueta de un águila imperial, que
Franco recuperó, al parecer, del escudo de los Reyes Católicos, después de la
etapa gris de la República del 14 de abril de 1931 (que surgió, todo hay que
decirlo, de un golpe de estado tras unas elecciones simplemente municipales).
¡Bien,
bien, cogno, bien!.
Pero
ahora el escudo nacional ha quedado totalmente deslavazado, la mini corona
cutre que lo timbra está totalmente demodé, así que habría que plantear una
restauración adecuada, implantando la corona real en su diseño actual.
La
alternativa supondría dar legitimidad al planteamiento nacionalista de dejar en el
edificio más representativo de la plaza de Moyúa una especie de engendro
irreconocible que no tiene nada que ver con el símbolo institucional que el
escudo nacional supone (junto con la bandera y el himno).
Por
cierto, una vez más los iconoclastas piensan que hay que laminar la historia en
la parte que no les gusta, o que no les conviene, o que se opone a la
manipulación (que akí es excelsa: la
Guerra Civil en esta región, que duró sólo 11 meses, no fue de vascos-vascos
irredentos contra España, fue de vascos nacionalistas, que perdieron, contra
otros vascos-vascos, los requetés alaveses, y requetés navarros, que son los
que ganaron la batalla).
Pero estamos en lo que estamos, recuerden como este
verano les enseñábamos los efectos de una demolición de un monolito en
Larrabezúa ("larrabetzu" en la neolengua NaCi, pinchar aquí encima para enlazar,
y también para un segundo enlace, pinchar aquí).
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