Parece que el gobiernillo regional de las
Vascongadas, que preside un tal Urcullo, encarnando el poder omnímodo,
disparatado e insolidario del PNV, se ha negado a que la Unidad Militar de
Emergencias intervenga en la crisis del vertedero nacionalista de Zaldibar,
pues bien, ayer el analista Sr. Ruiz Soroa, explicó varias cosas de mucho interés
en un artículo titulado “Ir de sobrados
por la vida” que publicó en El Correo. Va:
“La Unidad Militar de Emergencias creada en tiempos de Zapatero fue en
el fondo un reconocimiento de que el diseño territorial español tenía serios
defectos. En concreto, las competencias sobre gestión de eventos catastróficos
medioambientales se habían transferido totalmente a las comunidades autónomas,
pero éstas carecían de suficiente masa crítica como para crear los servicios
necesarios para atender a esas catástrofes. La única solución era la de que
fuera el Estado quien crease los sistemas y cuerpos de intervención de ámbito
nacional, pero tal cosa significaba una modificación de los estatutos de
autonomía y, sobre todo, el reconocimiento de que el autogobierno territorial
no es siempre la solución más eficaz para gestionar.
La solución fue la de recurrir a un dudoso
expediente: militarizar la intervención en emergencias, a sabiendas de que el
ejército es una competencia estatal indiscutible, por mucho que la gestión de
emergencias no fuera para nada una competencia militar. Pero no se podía crear
un «cuerpo de intervención civil» porque el sistema constitucional lo impedía,
así que se miró para otro lado y se creó la UME. Aunque hubo que añadir una
cláusula curiosa: la de que sólo podría intervenir a petición de la comunidad
autónoma afectada por la catástrofe, puesto que en el fondo invadía sus
competencias propias.
Ha sido un éxito, nadie lo pone en duda.
Supone tanto como disponer permanentemente de un equipo de intervención
inmediata y profesional que ninguna comunidad podría costearse ni con su mejor
buena voluntad. Su único coste es el de llamarles, lo que implica reconocer que
los servicios propios no son suficientes. Una heridita en el orgullo de la
comunidad afectada, a cambio de una mejor protección a la ciudadanía y al medio
ambiente.
Euskadi paga su parte de la UME, puesto que la
militar es una competencia no transferida, pero tiene a gala –aunque eso no se
pregone– no haber solicitado nunca su intervención en suelo vasco. Nunca ha
hecho falta. Ni tampoco cuando se produjo el derrumbe del vertedero. Tampoco
entonces se pidió a la UME su intervención o consejo. Hasta ahí podíamos
llegar, debió sentir alguno, pedir sopitas a los militares españoles, dónde se
ha visto.
Esto es
algo que ni siquiera Zapatero, con lo rarito que era, pudo pensar: que algún
gobierno antepusiera su interés ideológico al interés ciudadano. No nos conocía
bien. Quedará para la especulación contrafáctica discutir lo que se pudo o no
se pudo hacer. Porque no se les llamó, eso es lo relevante.”
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