En
las incursiones que venimos haciendo (a ratos y vía streaming) en el desarrollo del juicio que
se sigue en el Tribunal Supremo contra los golpistas separatistas en Cataluña,
vimos este pasado martes a un testigo, un tal Enrique, o Enriquito, o Enric, de
apellido Vidal, al que daba lástima ver y escuchar, porque mintió como un
bellaco, fue contradictorio, huidizo, cobardón, echó balones fuera, y en muchos momentos
nos apareció que mentía descaradamente.
En
la prensa del día siguiente observamos que todos los comentaristas coinciden
con nosotros (¡o nosotros con ellos!).
Que
vaya el tal Enriquito a acabar procesado por falso testimonio es algo que decidirá el T.S. en la sentencia, aunque lo exige la lógica, el
sentido común, y, además, y por encima de todo, el cumplimiento de la ley.
Al margen de lo que dijo, o no dijo Enriquito, el diario ElConfidencial al
día siguiente publicó el cartel por antonomasia del proceso independentista,
del que se confesó autor el tal Enriquito en su propia página web, y que negó
en juicio. Como la cosa parece que va de “cogna”,
el periódico indica en el encabezamiento el siguiente titular: “El misterioso cartel de referendo del 1-O”.
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