Ayer, en el desfile miliar por el Paseo de la
Castellana, conmemorativo de la Fiesta Nacional del Día de la Hispanidad, el
paracaidista que portaba la Bandera de España sufrió un percance: por el golpe
de viento se enganchó en una farola y quedó colgado de la misma … no le pasó
nada, ni a él ni tampoco a la enseña nacional. Y la parada continuó
brillantemente sin ninguna otra anécdota.
Pero lo mejor, el rasgo de humanidad que todos
esperábamos de los Reyes y demás autoridades, se produjo en cuanto fue posible
(al terminar el desfile): todos se acercaron al paracaidista y, lejos de cualquier
reproche, le arroparon y animaron de una forma cariñosa e impagable.
Aunque esperamos que lo mejor quede para el año
que viene: que le encomienden al mismo militar la misión que hoy no ha podido
cumplir a su plena satisfacción.
¡Esperamos verlo!.
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