Frases que tienen su aquel ...

“El nacionalismo es completamente anti-histórico.

Es una regresión a la forma más primitiva, cavernaria”,

Mario Vargas Llosa (XL Semanal nº 1.479, 28-02-2016)

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miércoles, 27 de mayo de 2020

La semana de traición indecente del PNV (vascos sin palabra) del 23-05 al 01-06-2018

Leemos en El Correo de ayer (martes 26-05-20) el artículo-informe firmado por David Guadilla que relata un episodio sórdido de la reciente historia de España, protagonizado por el PNV, un partido indecente (el calificativo es nuestro), que destruyó la estabilidad política, malbarató y echó por tierra el alto precio que había “cobrado” a Rajoy por apoyar los presupuestos ’18 de Montoro, con la consiguiente pérdida económica para esta región, y cambió la previsibilidad y compromiso serio de Rajoy por el mentiroso, indecente y chisgarabís “Snchz”. Seguimos maltrechos y perjudicados todos por estos lodos que vienen de aquellos polvos.
El trabajo periodístico dice así:

En un país acostumbrado a vivir a velocidad de crucero y a que los acontecimientos que parecen históricos queden rápidamente en el olvido, mayo de 2018 supuso un punto de inflexión. En solo una semana todo cambió. Salvo una cosa. Se aprobaron unos Presupuestos que siguen vigentes y que son los que están sirviendo para afrontar el primer impacto del coronavirus. Fueron los últimos de Mariano Rajoy, salieron adelante gracias al apoyo del PNV y todo el mundo coincide en que están desfasados. Aun así, y en el mejor de los casos, no se aprobarán unos nuevos hasta finales de este año.
Si todo hubiese transcurrido por la senda esperada aquel 23 de mayo de 2018, España estaría ahora mismo camino de unas nuevas elecciones generales. Eso era lo que se decía en el Congreso después de que el Ejecutivo del PP hubiese logrado los votos necesarios para sacar adelante las Cuentas públicas. «Rajoy se ha garantizado llegar hasta final de la legislatura en 2020», aventuraban algunos. Las anteriores habían sido en junio de 2016, así que de haberse cumplido aquel vaticinio estaríamos en precampaña.
Aquellos Presupuestos salieron adelante tras un encaje de piezas realizado por Cristóbal Montoro, quien tuvo que superar los recelos que mutuamente se tenían Ciudadanos y el PNV. Fuentes jeltzales recuerdan que el responsable económico llegó a ocultar al partido entonces liderado por Albert Rivera algunos detalles de la negociación que estaba llevando con Sabin Etxea. A cambio de un apoyo que le abría algunos flancos –aún estaba vigente el 155 en Cataluña– y que no convencía a todo el partido, el PNV lograba para Euskadi un paquete de inversiones superior a los 540 millones, 300 de los cuales iban para el TAV. Había como una sensación de cierta estabilidad en un panorama político que en España llevaba convulso mucho tiempo.
Pero las previsiones fallaron. Dos años después, la política española ha devorado a cinco de los principales protagonistas de aquellos días –Rajoy, Montoro, Soraya Sáenz de Santamaría, Rivera y Marta Pascal–, ha visto cómo un partido que ni tenía representación ahora es la tercera fuerza –Vox– y cómo el que aspiraba a gobernar intenta sobrevivir –Ciudadanos–. Y en medio de la tempestad, los que siguen funcionando son aquellos Presupuestos. «Ya dijimos que eran muy buenos», se vanaglorian en Sabin Etxea.
Pero aunque es verdad que fueron los más expansivos desde 2011 –con una cifra de gasto récord–, la epidemia obliga a realizar notables ajustes. Sánchez intentó sacar unos nuevos a principios de 2019, pero ERC se los tumbó, y se entró en el carrusel electoral. La idea era haber aprobado otros antes de verano, pero la pandemia se ha llevado por delante esas previsiones. Ahora el horizonte está puesto en otoño y en negociar los del año que viene. Pero tampoco está nada claro que salgan adelante dada la debilidad parlamentaria del Gobierno. Y si no se aprueban, todos dan por hecho que las horas de Sánchez en La Moncloa estarían contadas.
Aquel sueño de tranquilidad duró 24 horas. En realidad ni eso. A las 8.30 horas del 24 de mayo Soraya Sáenz de Santamaría avisaba a Aitor Esteban de que estaba a punto de salir la sentencia ‘Gürtel’, pero el mensaje que llegaba desde La Moncloa era de tranquilidad. Habría condenas, pero leves. Pero la Audiencia Nacional dijo lo contrario: las penas a dirigentes como Francisco Correa y Luis Bárcenas fueron elevadas. Pero eso no fue lo peor.
Porque no hablaba de beneficios personales, sino que acusaba directamente al PP y ponía en duda el testimonio de Rajoy ante los magistrados.
A partir de ese momento se generó una tempestad que se llevó por delante a un Gobierno. La sede socialista de Ferraz amaneció el viernes 25 en estado de máxima alerta. El entorno de Pedro Sánchez empieza a barajar la posibilidad de presentar una moción de censura contra Rajoy. Albert Rivera ya lo había dicho poco después de conocerse la decisión judicial. «El fallo lo cambia todo». Cuando termina la jornada, ya es oficial: habrá moción de censura. El problema para Sánchez era que tenía que sumar apoyos. Sobre todo uno: el PNV. Los cinco escaños jeltzales eran imprescindibles para que el líder del PSOE llegara a La Moncloa.
El dilema del PP
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y su predecesor en el cargo, Cristóbal Montoro, en 2018.
En Sabin Etxea se enfrentaban a un dilema. La sintonía con Rajoy era conocida, había ‘feeling’. Además, tras casi dos décadas de ruptura de relaciones, el PNV y el PP habían construido una entente que beneficiaba a ambos. Pero aparecer como el partido que sujetaba a los populares también conllevaba un notable riesgo de imagen.
Sabin Etxea se convirtió durante aquellos días en una centralita en la que se cruzaban confidencias. En el nacionalismo, tanto catalán como vasco, jugaba otra variable. A mediados de 2018 era cuando Ciudadanos estaba en la cresta de la ola. Cuando Albert Rivera aún pensaba que estaba llamado a aglutinar al centroderecha y dar el ‘sorpasso’ al PP. Y esa hipótesis aterraba al PNV.
El soberanismo catalán vivía su enésima guerra interna. La coordinadora del PDeCAT, Marta Pascal, intentaba sobrevivir a las tensiones creadas por Carles Puigdemont –ya en Waterloo– y Quim Torra, que solo una semana antes había sido elegido presidente de la Generalitat. Pascal fue derrotada y esta misma semana se ha hecho público que ha abandonado el PDeCAT.
La formación neoconvergente acabó por decir ‘no’a sostener a Rajoy. Y eso hacía inviable el respaldo del PNV. El 31 de mayo todo estaba decidido. En el Congreso los populares estaban noqueados. Fue cuando Rajoy se encerró en un restaurante con sus colaboradores y el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría ocupó su escaño. Al día siguiente, Sánchez se convertía en el séptimo presidente de la democracia.

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