Tan
malo como robar fondos públicos para el partido, para los amigos o para el
propio bolsillo, es robar para materializar ideas alucinantes que estén fuera
de la ley. Malgastar, malversar son también formas de corrupción.
Y
que los autores paguen la factura es algo que se debe poner de moda.
No
importa que roben para sí mismos, o para el partido, o para sus hijos o para
tonterías ideológicas.
Tampoco
importa si el chorizo es un presidente autonómico o el presidente de la
Federación Española de Fútbol.
¡A por ellos!, con la ley, solo con la ley, pero con toda la fuerza de
la ley.
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