La bronca de este pasado lunes en el
parlamentito de Torrent(e), el atorrante, fue monumental, de las que no se
recuerdan, y es casi seguro que no se recuerdan porque nunca se han producido antes
(no hay precedentes); aunque quizás lo vivido sea premonitorio de lo que pueda
acabar viéndose en La Moncloa y en el Congreso de los Diputados.
O sea, el presidente dice una cosa, y se lo
objeta el vicepresidente, con malas formas, con bronca, sus partidos no aplauden las intervenciones de los otros, a pesar de formar una colación de gobierno.
Torra
dejó de ser diputado autonómico este lunes (Torrent-e, el cobardica se rajó, y
acató la decisión de la Junta Electoral, ratificada por el T.S.: quitar el escaño
al desobediente), pero de momento sigue siendo lejendakari catalán hasta que el Tribunal Supremo se pronuncia sobre
su desesperado último recurso; después se habrá acabado la fiesta, o la feria.
Pero el gobiernillo autonómico regional está roto y el Torra (¡cuando se lo mande el PutchdelMonte!) disolverá el parlamentito y convocará elecciones autonómicas.
Puede que las casas de apuestas organicen su negocio para que se pueda apostar sobre las fechas de las próximas elecciones regionales allí.
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