Frases que tienen su aquel ...

“El nacionalismo es completamente anti-histórico.

Es una regresión a la forma más primitiva, cavernaria”,

Mario Vargas Llosa (XL Semanal nº 1.479, 28-02-2016)

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viernes, 22 de abril de 2016

La penúltima pirueta de Rivera ... ¡aunque habrá más!

No vamos a negarlo ni aquí ni ahora, no lo haremos nunca: Albert Rivera y su partido C’s siempre nos han caído bien, sobre todo cuando (coherentemente con su origen) se dedicaban full time en Cataluña a defender los valores atacados y/o arrumbados por los separatistas nacis.
Pero, ¡claro!, la política nacional es otra cosa, y en los cuatro meses que van desde las elecciones del pasado 20 de diciembre al día de la fecha, muchos han enseñado la patita, y muchas veces la han metido a fondo. Y también han puesto de manifiesto que no existe la “nueva política” versus la “vieja política”: no hay cosa más vieja que lo que hemos presenciado los españoles en los últimos cuatro meses.
La única “nueva política” que ha habido en España en el último siglo (por poner una fecha redonda, porque ni siquiera entonces …) fue en la Transición (que ponemos con mayúscula), época en la que adversarios, e incluso enemigos irreconciliables de la guerra (¡estaban Carrillo y “La Pasionaria” entre otros!), se entendieron por el bien de España.
La frase tiene, al menos, su exotismo: “se entendieron por el bien de España”, hoy los políticos ni se entienden, ni buscan el bien, ni les dice nada España, ni, obviamente, los españoles.
Pero volvamos a la foto y al titular del día; Rivera, convertido ya en un político al uso, después de perder la virginidad en el año 2006 en el parlamento autonómico de Cataluña; Albert, en su enésima maniobra de estos meses, vuelve a pedir que se aparte Rajoy, aunque ahora quiere que lo haga acompañado de “Snchz”, su socio de los últimos meses.
Esto sólo significa vieja política: se alió coyunturalmente con “Snchz”, porque buscaba aires socialdemócratas al uso y desvincularse de sus tradicionales ideas conservadoras, buscaba también la confrontación con el único rival posible a cuyo electorado aspira, para desgastarle y pescar sus votos. Para ello Rivera ha venido usando una dialéctica que llama la atención hasta al más tonto: pide a Rajoy que dialogue, que nombre equipos negociadores … es decir, le pide el imposible metafísico, porque el que se ha negado desde el primer instante a hablar, ni siquiera a negociar nada, simplemente a hablar, es “Snchz” (“¿qué parte del “no” no entiende el Sr. Rajoy?”).
Si Rivera no fuera desde tan jovencito rehén de sus propios eslóganes y no estuviera encerrado en el pensamiento circular, es decir, si Rivera diera el paso a la nueva política, debería ser sincero y hablar sin tapujos, es decir, tendría que reconocer que su pacto con su socio “Snchz” fue flor de un día (en realidad de media semana, la de la investidura fallida de “Snchz”) y que si su socio “Snchz” es incapaz de dialogar con el primer partido de España y ganador de las elecciones … no tiene nada que hacer con él, por lo tanto quien sobra es quien ha impedido con su cerrazón y falta de dialogo un acuerdo de gobierno para España. Rivera debería pedir que quien se apartara fuera “Snchz”, para con otro líder “sociata”, más serio, dialogante, con vocación europea, alejado del “guerracivilismo” (mierda a la que volvió ZP), dispuesto a modificar viejas fórmulas de crispación e instalarse en la modernidad política europea, aceptara la fórmula de “la gran coalición” … este es el papel que Rivera ha decidido no jugar, y no lo ha hecho por el sucio cálculo electoral partidista que le instala de hoz y coz, y sin alternativa, en la mugre de la “vieja política”.

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