Si
hay algo comúnmente admitido es que el Gobierno de Mariano Rajoy fracasó estrepitosamente en la política de comunicación: Rajoy hizo cosas extremadamente
positivas por el bien de España (y los españoles), como sacarnos de la crisis.
Bastaría
con recordar cómo dejó ZP la cosa y compararla con cómo está hoy: tres meses de la moción de censura que le sacó a Rajoy del gobierno, de la vida pública y de la presidencia de su partido.
Rajoy
nos sacó de la crisis, impidió el separatismo catalán, mantuvo el
poder adquisitivo de las pensiones (incluso lo incrementó), parece que casi logró contener el déficit público, hizo posible que no vinieran a España
los “hombre de negro” (es decir, la intervención europea de nuestra economía a
lo bestia y sin ninguna sensibilidad social), etc., etc.
Ni siquiera se le puede achacar canallescamente a Rajoy las dos cosas
ciertas en que hemos perdido algo, pero que eran instrumentos previstos pre-ci-sa-men-te para abordar una
situación de crisis: el gastarse hasta su casi extinción la llamada “hucha de
la pensiones” y el elevar el déficit público hasta casi el 100% del PIB. Era
justo y necesario, tuvo que hacerlo, y lo hizo.
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