Será porque le hemos visto comiendo yogures caducados,
atiborrándose de carne vacuna cuando el problema del mal de las vacas locas, o
disfrutando de aperitivos de todas las regiones de España por las que ha
desplegado su bonhomía, su profesionalidad, su simpatía y su “savoir faire”.
Arias Cañete se conoce España de punta a punta, de costa a costa, hace poco
estuvo en Baquio (o “bakio”) comprobando los efectos de los temporales que nos
asolaron en el primer trimestre del año.
¡Ah!, y además posee, ¡rara avis!, el don de lenguas,
cosa absolutamente inhabitual entre los políticos españoles.
Será un magnífico cabeza de la lista del Partido
Popular en las elecciones europeas del mes próximo. Y nos alegraremos de que obtenga el resultado que se merece.
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