Frases que tienen su aquel ...

“El nacionalismo es completamente anti-histórico.

Es una regresión a la forma más primitiva, cavernaria”,

Mario Vargas Llosa (XL Semanal nº 1.479, 28-02-2016)

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

martes, 15 de septiembre de 2020

"Los antiguos vizcaínos", by Juan José Solozábal, Catedrático de Derecho Constitucional

Algunos desconocen que la historia no comenzó en las Vascongadas el día en que el gran canalla racista Sabino Policarpo vio la luz, o años después cuando se cayó del caballo, que seguro que era un burro (¡como él mismo!).
Pues bien, el catedrático Juan José Solozabal en un artículo en El Correo de ayer, lunes 14 de septiembre de 2020, escribe sobre los
El libro de Juan José Laborda ‘Los antiguos vizcaínos’, que acaba de aparecer, presenta una indudable continuidad con su reconocida contribución a la historiografía del antiguo régimen vasco, ‘El Señorío de Vizcaya. Nobles y Fueros (circa 1452-1727, Marcial Pons Historia 2012). Pero en él son destacables asimismo indudables novedades que singularizan a esta obra respecto de la precedente. En el presente volumen se trata de ofrecer en viñetas diferenciadas determinados aspectos del marco social y político en que desarrollaron su existencia algunos personajes destacables en la escena pública vizcaína. Nos encontramos así con el relato de algunas trayectorias biográficas de relieve, dando cuenta de su carrera profesional; notoriamente en el primer largo capítulo de la obra: Fortún Iñiguez de Acuña y Alonso Hurtado de Amézaga, representantes respectivamente de la nobleza tradicional (oñacinos) y la nobleza provincial (gamboínos). Tales personajes se mueven entre 1680 y 1730 en la esfera del Ejército o el gobierno del Señorío, y resultan retratados en el contexto institucional en que operaban, hablemos de las instituciones de gobierno vizcaínas o la relación con la Corona, reflejándose en el libro asimismo las referencias religiosas o de ética social que aceptaban.
Estos trabajos ejemplifican el dualismo estructural que caracteriza al régimen foral en su edad clásica: un Señorío que se delimita autárquicamente, pero que también se abre a horizontes marítimos cosmopolitas, hacia América primordialmente, y que presenta en su definición otras cualidades: familias nucleares y familias troncales; gamboiń os y onã cinos; consenso foral y violencia banderiza; foralidad y revuelta; villas y su Derecho castellano y localidades rurales y su Derecho foral; mercaderes y mayorazgos; nobleza provincial y nobleza tradicional; economiá capitalista y economiá nobiliaria, etc.
Este «continente foral», que ya se había expuesto convincentemente en la obra anterior de Laborda, ahora llega muy sugerentemente a unos terrenos solo esbozados previamente: me refiero a los excursos que hace nuestro autor al mundo ideológico, y específicamente, al catolicismo de la sociedad foral y al detalle de algunas singularidades del comportamiento sexual, especialmente de la baja nobleza vasca. Es muy interesante advertir que estas referencias ideológicas y morales se ofrecen en el libro en relación con situaciones contemporáneas en la sociedad europea de los periodos considerados. Sin duda el interés por el contexto europeo, que solo puede satisfacerse con un dominio de la bibliografía correspondiente como el que muestra Laborda, caracteriza señaladamente el hacer historiográfico del escritor bilbaíno.
Por lo demás, y si nos fijamos en los aspectos metodológicos, este libro ofrece continuidades, según advertía arriba, con la obra anterior de Laborda. El libro, aunque tiene una estupenda fibra narrativa pues se lee con gran placer, no es una colección de ensayos. Los diversos capítulos tienen una sólida apoyatura dependiente de su base documental en archivos judiciales y notariales, complementada por la mejor bibliografía académica disponible. El libro es fiel al canon que propone el propio autor: para que un trabajo sea fiable, nos dice, debe poseer un relato riguroso de los hechos del pasado, y a la vez, disponer de los met́ odos científicos del análisis histoŕ ico. Relato sin anaĺ isis , concluye Laborda, apenas eleva la narracioń histórica del nivel de la mera croń ica.
Por lo demás este volumen comparte con el anterior el recurso de Laborda a filtros o categorías que le sirvan para ordenar el relato y presentarlo argumentativamente al lector: ideas y categorías procedentes de la teoría sociológica, del Derecho político o la economía. Estas referencias son muy sugerentes, aunque su esquematismo obligado –después de todo, en puridad hablamos de tipos weberianos–, puede tener un cierto riesgo simplificador. Pondría dos ejemplos en los que, respectivamente, el marco teórico es muy útil o, al contrario, la validez del apoyo conceptual es más dudosa. Laborda acoge la diferenciación de Benjamin Constant entre los derechos de los antiguos, que se ejercen como funciones en cuanto actuaciones en nombre de la entidad representada, y los derechos de los modernos entendidos como traslación a los órganos generales de las posiciones propias de los representados. Laborda tiende a pensar que los poderdantes o electores de las anteiglesias y los propios cargos del Regimiento o gobierno vizcaíno –en especial en el caso de la actuación de algunos personajes como el síndico o algunas figuras como el ostracismo– relacionan mas la forma política vizcaína con los derechos de los antiguos que con los derechos de los modernos.
Hasta aquí el primer caso en el que, como decía, el marco conceptual aparece, según mi opinión, acertado. En cambio la referencia conceptual sociológica, si nos referimos al contraste que Tönnies establece entre sociedad y comunidad, aquella unión sin afecto y esta unión ante todo espiritual que le permite disponer con facilidad de una forma de gobierno consensual, creo que es más discutible. Quizás Laborda exagera cuando descuenta las evidencias de deficiencias censitarias o de la divisiones de clase en la sociedad estamental del Señorío. «Los bilbaínos, al llegar el siglo XVIII, y tambień inmediatamente antes de que estallara la insurrección de septiembre de 1718, estaban satisfechos con sus instituciones, con su orden social y econoḿ ico, y lo estaban porque para ellos seguiá siendo ventajoso».

lunes, 14 de septiembre de 2020

¡Que se preparen los empleados públicos!, congelación salarial o bajada de sueldos

Ya lo hizo ZP y ahora parece que “Snchz” repetirá la “fórmula socialista” para aliviar los gastos de todos los gobiernos y gobiernillos que tenemos, incluido el gobierno regional autonómico vasco del PNV y acompañante.
ZP bajó los sueldos de los empleados públicos un 5%, en junio de 2010, suprimió otros beneficios sociales, y congeló las pensiones.
Parece que ·”Snchz” va a repetir la experiencia.
Atentos todos a la elaboración de los presupuestos generales del Estado para el año 2021 … o sea, a temblar la ciudadanía estas Navidades.
¡Ah!, y no se fíen Vds. de la falacia NaZionalista ásta de la "contención salarial!, ¡mienten como bellacos!.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Al "Snchz" le empiezan a crecer los enanos


Pero “Snchz” parece ser la reencarnación de “Antoñita la fantástica” … todo son brindis al sol, todo parece que lo va a poder “arreglar” a su manera, mintiendo hoy a unos y mañana a otros … pero desconoce que “no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

jueves, 10 de septiembre de 2020

"Incomprensible, ¡qué nos pase esto a nosotrrrrros!

¡Vaya forma de empezar el curso escolar!. ¿Cuántas horas ha durado la ensoñación de que akí no pasa, ni puede pasar, nada?.
Estamos ante el gran drama de la que presume ser la mejor sanidad del mundo mundial.
La noticia es de ayer, bueno, son dos, pero muy juntitas ... el virus que se va a "cargar" el curso escolar, de una forma o de otra, y el virus que avanza de nuevo (¡como en marzo-abril!) y va viento en popa a toda vela ...
Y aquí el personal en la inopia.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Magnífico artículo de opinión en El Correo de ayer, 8 de septiembre de 2020, “LA DECADENCIA DE ESPAÑA”, de Luis Haranburu Altuna

La decadencia de España


La mediocridad de nuestra clase política es un serio lastre
A veces no reparamos en las evidencias que nos saltan a los ojos, es preciso que sean los demás quienes nos indiquen lo evidente. Llevados por la inercia de los días no nos damos cuenta de que España va mal. Retrocede, decae. Nos lo dicen los organismos internacionales, pero seguimos sin creérnoslo. Muy al contrario, se nos quiere convencer de que de esta «saldremos más fuertes», según reza la consigna de Iván Redondo. Y es mentira. Dice la propaganda monclovita que tras la crisis del Covid-19 nos espera un futuro «robusto» y es tan burdo el engaño que ni nos lo creemos ¿O tal vez sí y ello explicaría la desidia y la resignación que reina en el país? Dicen que el coronavirus tiene la culpa de todo, pero me temo que el virus tan solo ha desvelado la profunda crisis que asuela a España. En efecto, sus déficit estructurales eran ya visibles antes de la crisis sanitaria y ésta no ha hecho más que agudizarlos.

La decadencia de España es notoria, pero dentro de ella no lo es menos la de Euskadi por mucho que blasone sus excelencias. El Covid-19 también ha puesto en evidencia nuestras miserias. Y hablando de España, el primero de los fracasos es el de su vertebración territorial. Comparto la visión de Juan Pablo Fusi, quien en una reciente entrevista ha afirmado que «España tiene un grave problema, al margen de la pandemia, como es la organización territorial y el desafío de los nacionalismos». En efecto, la pandemia remitirá, llegarán las vacunas, pero los nacionalismos vasco y catalán perdurarán con su incansable vampirización de nuestras instituciones democráticas.

Pero, con ser importante la disfunción que ejercen los nacionalismos, existen otros problemas políticos que inciden en el deterioro institucional de España. No es el menor de ellos la mediocre calidad de nuestra clase política. Hubo un tiempo, el inmediato a la transición política, en el que las élites accedían a la política con una mochila cargada de experiencia, capacidad y excelencia demostradas, que contrastan obscenamente con la mediocridad de nuestros gobernantes actuales. Claro que hay excepciones, pero la generalidad de nuestra clase política procede de los oscuros pasillos partidarios donde han cooptado sin otro mérito que su lealtad al líder de turno.

El problema de España son sus políticos que ignoran cuanto es ajeno a su interés personal o partidario. El ejemplo palmario de ello lo tenemos en nuestro actual presidente del Gobierno, que ha antepuesto su ambición de poder personal al interés general de los ciudadanos. ¿Cómo explicar si no su opción obstinada y preferente por un Gobierno débil y minoritario que debe su proclamación a quienes tienen por último objetivo la ruina de España? ¿Cómo concebir una estabilidad real del Gobierno cuando desde su interior se ataca a las demás instituciones del Estado –Judicatura y Monarquía– con grave daño para su prestigio y función? Los rotos institucionales producidos por Unidas Podemos con la anuencia del PSOE al hablar de un Estado constituyente son una rémora que impide una acción de Gobierno racional y ponderada. Un Gobierno que dedica sus mejores esfuerzos a solapar sus errores y camuflar sus fracasos mediante la propaganda no puede menos que provocar el desbarajuste actual.

La decadencia de España tiene en la economía y en la educación sus otras facetas descarnadas. La OCDE nos sitúa a la cabeza de la caída del PIB y la UE constata nuestro retraso al situarnos en la cola de los países en la recuperación económica. Entre los rankings que encabezamos está el más triste de todos, que nos sitúa a la cabeza del mayor porcentaje de muertos por causa del Covid19. Del desastre educativo tan solo mencionaré las sucesivas actas levantadas por los organismos internacionales que como Pisa dan fe del funesto fracaso de nuestro sistema educativo ¿Qué futuro espera a un país que año tras año fracasa en su empeño por alcanzar no ya la excelencia, sino el término medio del entorno mundial?

El actual Gobierno de España cumple con todos los estereotipos de lo que Félix Ovejero señaló como propios de la «izquierda reaccionaria». Y a fe que lo es si nos fijamos en sus resultados. Su incapacidad de confeccionar unos Presupuestos solventes y asumibles por la UE puede significar el final de su recorrido.

Los problemas de España, sin embargo, no son solo imputables al actual Gobierno. La deriva decadente se inició con un funesto Aznar que nos llevó a la guerra de Irak y siguió con la presidencia del ‘panglosiano’ Zapatero, que tuvo en Rajoy su digna continuidad tántrica. La cuestión es que durante dos décadas España ha perdido gran parte de su reputación internacional y ha exasperado a los españoles, que se merecían otros horizontes.

La decadencia de España tiene como principal responsable a la clase política y al perverso sistema de su cooptación. Ya nadie habla de regeneración y todos se afanan en conservar su cuota de privilegios y la seguridad de sus sueldos. ¿Cómo va a funcionar un país si en medio del tan previsible como terrible rebrote de la pandemia su clase política se va de vacaciones? Al regresar bronceados y risueños tan solo se limitan a lavarse las manos, mientras culpan a la ciudadanía de irresponsable ¿Será posible? Lo es.

martes, 8 de septiembre de 2020

Los del PNV son unos militaristas fascistas en busca de revancha

Siguen los “juegos de guerra” del PNV, partido que perdió la guerra civil entre vascos que sufrimos entre el 18 de julio de 1936 y el 19 de junio de 1937 (liberación de Bilbao), o sea, 11 meses y 1 día.
Bien es verdad que los que ahora “tiran” más de la cuerda son otros NaZionalistas más recientes, y con experiencias más recientes, no de guerra sino de tiro en la nuca, por la espalda y a traición, ya saben los nuevos NaZis de la banda criminal nacionalista vasca, que se creen los nuevos gudaris.
Pues bien, este pasado domingo (06-09-20) unos mamarrachos disfrazados como hace más de 80 años, hicieron el payaso en un monte del pueblo vizcaíno de Gámiz-Fica; pretendieron viajar al pasado 83 años largos, al 12 de junio de 1937, cuando los chicos de Franco travesaron la zona camino de Bilbao …
¿Celebrar una derrota?, ¿es estúpido?, ¿o quizás es útil?, sólo una pildorilla más para seguir cultivando el victimismo que tanto gusta a los seguidores del gran canalla fascista y xenófobo que fue un tal Sabino Policarpo Arana, o sea. el ideologo del puto PNV.

lunes, 7 de septiembre de 2020

“Snchz” le ha cogido ya la medida a “Coleta o moño morado”


Que el presidente “Snchz” haya decidido apoyar la mega fusión de Bankia y CaixaBank, darle todos los parabienes y todas las facilidades, al margen de los “podemitas” y señaladamente de su propio vicepresidente del Gobierno, supone un punto de inflexión … “Snchz” se ha dado cuenta de que todos los escándalos de Podemos, les han debilitado terriblemente, los de Podemos no le pueden echar un pulso … por si la respuesta es que les echan del gobierno … y si así ocurriera ¡Podemos se derretirá como un azucarillo en un café con leche!.
Y “Coleta Morada” o “Moño Dorado”, ¡a callar! y ¡a tragar!.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Mañana empieza la “cuesta”, el vía crucis ciudadano de la vuelta de vacaciones

El primer lunes de cada mes de septiembre es cuando realmente empieza el curso, o todos los cursos, el escolar de la vuelta al “cole”, el laboral de la vuelta al trabajo, el sanitario con el necesario abordaje de la segunda ola de la pandemia, el económico para evitar el hundimiento de empresas y trabajadores, el político para que empieza la cordura de todos los que viven de la política y no hacen lo que deben, ¡todos!.
Lo de menos es que el gobierno regional autonómico de las Vascongadas se constituya en todos días, después del juramento de este pasado sábado de Urcuyo en Guernica (Vizcaya). Por cierto, nuestro gobiernillo regional esta compuesto por un conjunto de cantamañanas de escaso porte intelectual, profesional, personal y político, ¡no se puede esperar nada de ellos!, son un seguro de vida para ellos mismos y su familia: un buen sueldo, una buena cotización y un plácido discurrir hasta la jubilación con una buena pensión.

sábado, 5 de septiembre de 2020

Renovarse o morir, de “Coleta Morada” a “Coño” (digo “Moño”) Morado


Cuando la superficialidad de los lideres, o supuestos lideres, deja en evidencia su incompetencia y/o sus múltiples carencias … solo les queda la imagen … y el lidereso de Podemos … ha cambiado la suya.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Infame “Snchz”, ¡con lo fácil que lo tiene!.

Si “Snchz” tuviera un poco de decencia personal y política, y no fuera un talibán de medio pelo, lo tendría fácil: un gobierno serio a tono con Europa, en el que contaría con el apoyo del líder del P.P. Fuera “podemitas”, separatistas, pro etarras, fuera los antisistema … y volvamos a la ortodoxia democrática de la Constitución de 1978.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Una vergúenza. Y nos toman por tontos: la presentación pública de un secreto

No es fácil de entender la portada de El Correo de ayer, o sea, de lo que les ponemos hoy como imagen del día.
Parece que los políticos que van a mandar akí los próximos cuatro años se toman con recochineo la estulticia de los ciudadanos, pero de todos los ciudadanos, los que les votan y lo que no lo hacen.
PNV y PSE-PSOE-EE han quedado retratados en esa portada.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Para comenzar septiembre con las ideas claras


Ya ven; tuvieron que reconocer (el titular que les ponemos hoy es del 31 de julio pasado) que el “Comité de Expertos” sobre el que se basaban todas las decisiones políticas … ¡NUNCA EXISTIÓ!.
O sea, “Snchz”, Illa y Fernando Simón, son unos descarados mentirosos que debería salir de sus responsabilidades; sobre la mentira no se puede construir nada. Cese de todos los canallas que han venido mintiendo a España y a los españoles durante y sobre la alerta epidemiológica.

martes, 1 de septiembre de 2020

"Desafección en el constitucionalismo vasco", by Pedro Chacón, Profesor de la UPV

 

     El artículo que aparece definido en nuestra imagen del día, con su título (“Desafección en el constitucionalismo vasco”), su subtítulo y nombre y cargo de su autor, publicado el viernes 24 de julio pasado, unos días después de las últimas elecciones regionales en las vascongadas (12 de julio), dice así:


Mucho se está especulando en esta etapa poselectoral vasca acerca de la elevadísima abstención, que habría repercutido sobre todo en los resultados de los llamados partidos constitucionalistas, entendiendo por tales fundamentalmente al PSE y al PP. La abstención sería el resultado de un desistimiento por parte del constitucionalismo, pero a mí me huele más a desafección, que es algo sensiblemente distinto y por supuesto más grave.
Si echamos un vistazo al voto recibido por cada partido comprobamos, en efecto, que el nacionalismo tiene un electorado fiel pero que, no obstante, no ha subido en número de votos, sino que hay una tendencia a la baja también entre ellos. Pero esa tendencia en el caso del PSE y sobre todo del PP se convierte en una auténtica espantada a medida que bajan los índices de participación. Hay quien cree que no hay nada por lo que preocuparse. Si el nacionalismo mantiene su voto en escenarios de abstención elevada es porque el votante constitucionalista está tranquilo con ese resultado. En el momento en que el nacionalismo se eche al monte, entonces aparecerá de nuevo el voto constitucionalista para poner las cosas en su sitio.
Sería algo así como un desistimiento benigno pero que, a mi juicio, adolecería de dos vicios, al menos. El primero, considerar que la política constitucionalista debe estar a merced de la ciclotimia nacionalista. Por esa regla de tres, si el nacionalismo se mantuviera siempre en la moderación, pues como que no haría falta siquiera que existiera el constitucionalismo. Y el segundo, olvidarse de un hecho capital de nuestra cultura política y que consiste en que el nacionalismo siempre se modera cuando llegan elecciones y luego, con el resultado en el zurrón, es cuando saca su patita soberanista.
Es mucho más realista y además eficaz reconocer que el constitucionalismo padece de desafección por parte de sus votantes. El PSE lo disimula por su afán institucional, que le hace agarrarse a su coalición con el PNV para mantenerse en los cargos, más como inercia histórica que como resultado de un proyecto propio y de futuro. Hay quien le ofrece al PSE, para salvarse del torrente nacionalista, la rama federalista. Pero es esta una rama quebradiza y poco segura: ni el PSE está en condiciones de desarrollarla en toda España ni sirve para integrar al hoy votante nacionalista, que huiría de ella como de una peste homogeneizadora y demasiado fría, poco emocional, nada interesante.
Y el PP, como no puede disimularlo como hace el PSE, pues ahí lo tenemos, con esa indefinición permanente entre moderarse como vasquista o reivindicarse como españolista. Y de esa indefinición es de donde procede la desafección de su electorado. Pero la pregunta es: ¿Por qué presentarse como vasquista resulta moderado y, en cambio, hacerlo como españolista le convierte en aventado? ¿No reside en esa disyuntiva, ya de entrada, la asunción como propia de una interpretación nacionalista de la realidad vasca?
En un artículo anterior en estas páginas ya hacíamos notar que en Euskadi el PP no puede ser moderado como lo es en Galicia. Los escenarios son completamente distintos. Aquí la moderación se llama PNV, una moderación que le permite hacer guiños con Bildu al mismo tiempo que gobernar con el PSE o pactar con Casado si hace falta. Eso no está al alcance de ningún otro partido vasco.
Y con el tema foral hemos insistido mucho en estas páginas, para llegar a una conclusión: hay una cultura foral completamente desvirtuada que ha impregnado el ambiente político vasco y español desde el inicio de la Transición. Habría que corregirla, esto está claro, pero desde bases sólidas y no improvisadas, como se pretendió en la etapa de Alfonso Alonso. Su gestación se debió a autores sobre todo de izquierdas –y alguno de derechas– que le dieron hecha al PNV su hegemonía ideológica hasta hoy. Consiste en creer que el nacionalismo es la continuación natural del fuerismo. El símbolo efectivo de esa creencia política lo constituyó la supresión, en la Disposición derogatoria segunda de la Constitución española de 1978 y solo para el País Vasco, no para Navarra, de la Ley foral de 1839.
La fuerza que la derecha navarrista conserva todavía en Navarra se debe a que esa derogación no se aplicó para el Viejo Reyno. El PNV consiguió abolir la ley de 1839 para el País Vasco, simbólicamente sí, pero con ello ahogó cualquier salida foral para la derecha vasca, lo cual condena al PP a una reivindicación solo en clave constitucionalista y españolista. Mientras eso no se corrija de raíz, lo mejor es continuar con el constitucionalismo españolista, donde el PP no tiene competidor. Como el PP abandone esa bandera, pretendiendo ‘moderarse’, desaparecerá más pronto que tarde y Vox ocupará su lugar.

     No nos cabe la menor duda de que el P.P. vasco habrá tomado nota del análisis, y se aprestará a organizar en los próximos meses varios grupos de trabajo para promover la actualización de su mensaje y de su programa político. Le va el futuro en ello.