Que el nacionalismo es una ideología totalitaria es algo que saben los académicos, eruditos y politólogos porque lo han estudiado, es de manual. Y lo sabemos los ciudadanos vascos por experiencia propia: nos lo están marcando a sangre y fuego en nuestras propias carnes, desde la infancia más tierna.
Los niños, aunque no procedan de un entorno nacionalista, ni tengan al vascuence como lengua materna, están obligados a estudiar en vascuence, porque los
nuevos nacis se han ocupado desde el gobierno de Vitoria en hacer desaparecer en la práctica el “modelo A” del sistema educativo público. La alternativa es la enseñanza privada en el País Vasco o llevarles a estudiar a comunidades autónomas vecinas.
La manipulación de la historia ha llevado a los
nuevos nacis a crear mitos que se convierten en hechos y personajes “de verdad”, en buena medida amparados por la poca afición de los vascos a escribir, que ha dado como resultado que no existan documentos históricos en vascuence sobre prácticamente nada.
La invención la extienden los
nuevos nacis a las tradiciones … y así, por ejemplo, para estas fechas, han creado la figura del “olenchero”, le inventan hasta un séquito y, ¡hala!, a “
cepillarse” a los Reyes Magos; además con todos los niños disfrazados de aldeanitos, con albarcas y boina (
here called “chapela”) y demás parafernalia nacionalista impostada.
La imposición del vascuence es otra práctica totalitaria; nadie lo habla en la calle, pero te obligan a aprenderlo (salvo si eres de estirpe nacionalista, que, en ese caso, con serlo basta: Azcuna, Anasagasti, etc.).
El racismo (hasta en las alineaciones del
nuestrrrro Athletic, por cierto, ¿cómo es posible que alguien llegue a Lendacary si no podría fichar por el Athletic, por no ser de pura raza vasca?), la xenofobia, el odio a España, la exaltación de los símbolos del partido, tras pasarlos a las instituciones y de ahí a la sociedad toda, son cosas de las que no se habla, pero que están a la vista de todos.
Apoyarse en la acción de una banda criminal compuesta por gente de la misma ideología de los que mandan; la deslegitimación de la justicia; la pretensión de acabar con la separación de poderes; el dominio absoluto de todos los organismos sociales, metiendo a sus “
topos” y comprando a la mayoría con las subvenciones públicas.
La soberbia y la chulería como características de la acción política (la última ayer en la “
mítina fatxa” del Lendacay en la ETB) …
Todos estos factores, y muchos más que la extensión de un post nos impide añadir, definen una ideología, un partido (o un grupo de partidos afines ideológicamente en coalición), un gobierno y, finalmente, un régimen totalitario, precisamente el que tenemos en las tres provincias vascas desde hace casi 30 años, acercándose peligrosamente a la duración del franquismo (pero aún lejos del PRI).
Acabar con el régimen nacionalista, agarrado como una garrapata a todas las formas del poder (político, económico ...) y al control social, es una obligación democrática; la alternancia, que es una de las características más necesarias en democracia, es aún más necesaria en este tipo de sociedades que en otras.
“
La pasada por la izquierda” que recomendada el finado Paco Fdez. Ordóñez (se lo oí de viva voz en una cena en un Colegio Mayor) en los años de la Transición, como alternativa al Gobierno de UCD, es especialmente necesaria en esta región, ¡qué pena el miedo escénico que sintió Ramón Jáuregui cuando ganó las elecciones autonómicas en los ’80!, ¡qué diferentes serían ahora las cosas!.
Pero, es más, dada la complejidad de la situación en esta autonomía, el País Vasco requerirá no sólo una “pasada por la izquierda”, necesitará sin ningún género de duda, pero será necesaria también (incluso más) una pasada por una opción netamente nacional (nacional española,
obviously), que hoy sólo representa el partido de D. Mariano Rajoy, por cierto, muy flojamente representado en el País Vasco, desde una perspectiva intelectual, profesional y política, incluso personal.
Es más, sin que la politología sea uno de nuestros fuertes, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la Transición no terminará en el País Vasco hasta que haya un Lehendakari del P.P. (qué pena el fallecimiento de Loyola de Palacio, habría sido la mejor), porque hasta que la opción alternativa no gobierna nunca se sabe que es lo permanente y que cambiará de una forma notable; en una dialéctica izquierda derecha en la Facultad el Profesor Lucas Verdú lo explicaba bien: "con la izquierda se avanza y después, al llegar la derecha, se consolida el avance" (generalmente en un porcentaje muy alto, añadimos nosotros). En el País Vasco hasta que no gobierne el P.P. en la Comunidad Autónoma no sabremos qué se consolidará y en qué el exceso nacionalista será recortado.
El nacionalismo no tiene “plan B”, y nosotros tampoco lo tenemos con el nacionalismo.