Ahora que parece que las
cosas van mejor, según “Snchz” (pero como es tan mentiroso el tipo, creerle es
hora y será siempre, un comportamiento rayano con el juego de la “ruleta rusa”),
es de indudable interés releer el interesante artículo de Antonio Elorza, publícale
7 de abril, en la sección de “opinión”, se titula “DESPUÉS DEL FUNERAL”, tiene como subtitular “¿Aceptará el presidente la coparticipación de PP y Cs?”, y dice así:
“Una
tormenta inesperada de muertes. El único antídoto, cuando se ha llegado tarde
es el aislamiento total de la población, cuya consecuencia es la paralización
del sistema productivo, antesala de una crisis económica sin precedentes.
Debates de urgencia en los gobiernos más afectados sobre cómo, en lo posible,
mantener la muralla aislante sin comprometer el futuro económico. Ante la
amenaza de inevitables estallidos de malestar por la destrucción causada por la
pandemia, esfuerzos del Gobierno por mantener el principio de autoridad,
imprescindible para que sean respetados el confinamiento y las medidas
complementarias, pero también para reforzar su capacidad de control político
sobre una sociedad angustiada. Lo primero resulta indiscutible; lo segundo puede
tener costes, tanto a medio plazo –la reconstrucción– como al pilotar la
trabajosa salida de la pandemia.
La posición del observador tampoco es fácil,
ya que en todo momento es preciso respaldar la intención gubernamental de
asentar el confinamiento, de modo que las críticas pueden fácilmente ser vistas
como una incivil labor de filibusterismo de motivación política. En seguimiento
de Pedro Sánchez, uno tras otro los ministros repiten que el Gobierno hizo lo
que tenía que hacer, y que ya habrá tiempo de discutir cuando todo acabe. ¿Para
qué tocar al 8M? Medios oficiales y oficiosos insisten de paso en la actuación
de una marea de bulos, con lo cual la crítica resulta distorsionada. Sin
embargo, estamos en democracia, y las cosas han salido mal, en gran parte
porque no se hicieron del todo bien, y como los gestores del fracaso siguen
ahí, resulta obligatorio subrayarlo, algo que es perfectamente compatible con
el respaldo a las medidas gubernamentales en vigor.
Un ejemplo inmediato. No podemos atender la
recomendación de la OMS sobre obligatoriedad de las mascarillas... porque nos
faltan mascarillas. Y como antes sucedió con los tests –después del ejemplo
coreano– y con los respiradores, no tenemos porque hasta el 8-M falló la
previsión. Conviene insistir en que España no llegó tarde al confinamiento,
pero sí a las adquisiciones preventivas de material sanitario, y a la atención,
tal vez por razones de oportunidad política, a las recomendaciones de la OMS
sobre el peligro del virus y la inconveniencia de las reuniones de masas. Y la
solución no consiste en borrar las intervenciones de Fernando Simón en TVE,
incluida la mesa redonda con su participación del 4 de marzo.
El secretismo es inútil y nocivo a medio
plazo. Ahí está la increíble respuesta de la ‘número dos’ de Simón, el 29 de
marzo, a la pregunta sobre la compra en China, no a China, de gran cantidad de
test inservibles: «Compramos a fabricantes y empresas, y estas pueden ser
chinas, españolas o de otros países» (cita reducida). Ollendorf puro y duro,
como algunas respuestas de Sánchez en la rueda de prensa filtrada del sábado
(por ejemplo, sobre los tests o sobre la UE). A favor de la venturosa inflexión
de la curva, informaciones televisivas, oficiales y oficiosas, subrayan solo
los aspectos positivos y lo demás se deja a los números. Quedan atrás, sin huellas,
los peores momentos, en lugares como Ifema.
La sombra de esta política de información
recae asimismo sobre la otra cara de la moneda, la reconstrucción económica. Es
excelente la idea de Pedro Sánchez, de recuperar el clima de consenso en los
Pactos de la Moncloa durante la Transición, pero conviene recordar que la
iniciativa del Gobierno Suárez aceptó la intervención decisiva, y bien costosa
para ellos, del PCE y de Comisiones Obreras, que no se limitaron a dar el visto
bueno, y la lección concierne a Sánchez.
¿Aceptará el presidente la coparticipación
efectiva de PP y Cs? ¿Jugará Podemos al consenso transversal en nombre de los
intereses generales, como hizo Carrillo, o mantendrá una vocación de
protagonismo ya apuntada en la suspensión de los despidos? En el primer
aspecto, los antecedentes no son demasiado buenos: hasta ahora Sánchez no ha
propiciado un necesario clima con Casado, y el socio Iglesias calla, convencido
de imponerse a partir de un hecho fundamental: la factura del coronavirus la
están pagando en primer plano trabajadores, profesionales y autónomos, tanto en
el orden sanitario como en el económico. Solo que la consideración
complementaria también está fuera de dudas. Sin una recuperación del tejido
empresarial es suicida pensar solo a corto plazo en la protección social. A no
ser que transformemos el «escudo social» en socialización, con las
consecuencias ya conocidas, y que no obstante tiene pleno sentido en sectores
como la Sanidad, pero no como pauta de funcionamiento del sistema económico en
su conjunto.
En fin,
todo no depende de nosotros. ¿Es acertada en la forma nuestra presión en la UE,
basada en el «no» de Sánchez en la última reunión? Resulta claro que Macron,
Conte y Sánchez persiguen lo mismo. ¿Por qué el eje es Macron-Conte? La presidenta
de la Comisión responde puntualmente a Italia, como si la crisis no nos
afectara. Menos mal que en este campo contamos con la competencia de Nadia
Calviño. ¿Será suficiente?”.
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