Aún con eso, y con todo lo demás, nos daremos un paseo por el Arenal y el Casco Viejo a medio día, no para sentir arcadas mientras nos trasegamos una de talo con chorizo (¡cosa que no haremos!), sino, en todo caso, para comprobar que la impostura nacionalista no tienen límites y que el aparentar esencias milenarias (puro fake) de raíces rurales ancestrales, sigue siendo lo suyo. ¡Joér, que tropa!.
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