Nunca nos había gustado
la idea de que Turquía fuera admitida en la Unión Europea, como si fuera un
país de nuestro continente y con el mismo estilo político y social …
simplemente porque no lo es; su sistema de valores nada tiene que ver con el
nuestro y admitirles sería peor que meter a una zorra en el gallinero.
El desenlace del golpe
estado militar del viernes 15 de julio ha resultado paradigmático: represión extrema al
margen de la ley y de los derechos humanos, con el resultado de decenas de miles de detenidos y represaliados, la inmensa mayoría ajenos a los militares golpistas: Erdogan se ha cebado en jueces y fiscales, maestros y funcionarios públicos, está haciendo una auténtica "purga" (según El País mas de 50.000 represaliados) de supuestos adversarios, perfectamente medida, muy bien estudiada y ejecutada, ¿y planificada de antemano? (lo que podría implicar su participación en el golpe, convirtiéndolo en un auto-golpe).
Llama también la atención la pretensión gubernamental de
reinstaurar la pena de muerte y, además, ¡pásmense!, con efectos retroactivos.
El
islamismo no tiene sentido, lugar ni hueco en Europa. El juego de su pretendida incorporación a Europa debería haber terminado este pasado viernes.
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