El titular de El Correo de ayer (aquí arriba) es muy apropiado, o muy inapropiado (según se mire): el actual jefe del PNV, que aspira a ser el jefe del próximo ejecutivo regional autonómico vasco, o sea, un tal Urcuyo, se dedicó en el mitin NaZionalista de la Plaza Nueva de Bilbao (el habitual del Domingo del Resurrección, ¡serán "meapilas" los muy cabrones!) a alancear a Mariano Rajoy a cuenta del interés NaCi de que se den concesiones a la banda criminal nacionalista vasca: que si acercamiento de los criminales que cumplen condena, que si la legalización de la enésima sigla (esta vez "sortu") y los lugares comunes de moda y de siempre (no se qué del inmovilismo, no se qué de no defraudar expectativas, no se qué de no paralizar algún supuesto nuevo escenario y no se qué más).
Pero lo importante, lo único importante, se lo dejó el tal Urcuyo en la epiglotis: exigir a la banda criminal nacionalista vasca que se disuelva y que entregue sus armas y explosivos a las autoridades. Parece que los del PNV están muy a gusto con la pervivencia de la banda, con sus armas bien engrasadas y con explosivos plenamente operativos, para que se mantenga la amenaza y así poder intentar negociar y obtener nuevas ventajas políticas si en frente tienen un gobierno de la nación débil, tipo ZP, pero no es el caso.
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