Alguna vez anterior hemos escrito que lo peor (al menos
desde ciertos puntos de vista concretos) del episodio de corrupción
protagonizado con el tontolaba Iñaquichu, con la inapreciable ayuda de su
socio, el ex profesor de una archiconocida “escuela de negocios”, es que se
creía inmune, por su condición de miembro, aún “postizo” o pegado (y “de pega”)
de la Casa Real; tan inmune que no sólo podía robar, saquear fondos de las
administraciones públicas, cometer delitos varios, incluidos delitos fiscales,
sino además mofarse de otros miembros de la Casa Real, bien “titulares” o
también “postizos” como él. Es la inmunidad completa y compleja, como el hecho
(en otro orden de cosas) de tener que respetar los derechos democráticos a
quienes conspiran contra la democracia.
Ayer El Mundo nos enseñaba algunos de los e-mails en los que
Iñaquichu se mofaba de su familia política. ¡Que tonto es el tiparraco!, ¿cómo
no podía imaginarse que algún día podrían salir a la luz y nos llegarían a
todos, ocupando páginas estelares de los medios de comunicación?.
¿Y ahora qué?, pues lo normal: ¡que el Rey haga algo!, ¡que
la Reina se deje de gilipolleces escudándose en sus nietos!, que a “doña”
Cristina le imputen definitivamente los delitos que (sin presumir su
culpabilidad) parece que ha cometido, y que se deje de amparar en que es
tontita del culo y se limitaba a firmar lo que le ponían delante … ¡pero tan
tontita no era, porque la “pasta” se la gastaba ella!.
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