Mientras el engaño fue posible todo fueron medias verdades y mentiras completas; ahora que todos reconocen que el proyecto no tiene sitio en el mercado, ha llegado el llanto y el rechinar de dientes; y del idílico panorama se aterriza en las más bajas pasiones, porque el agujero es gordísimo: 185 millones en subordinadas, 87 en aportaciones y 62 en capital social; más de 10.000 personas con sus ahorros en el aire, lo que hasta ahora era autocomplacencia y mirarse al ombligo se ha tornado en acusar (pero, ¿a quien?) de mala gestión y en pedir que les (¿?) devuelvan la pasta ... vano empeño.
Y lo más tonto es que en el mundo globalizado en que vivimos, los tarugos se han manifestado en Mondragón y con pancartas en un idioma que sólo ellos entienden ... ¿abrirse al mundo?, ¿exportar?, ¿dominar idiomas extranjeros?, ¡bahhhhhhhh!, eso no le habría gustado a Sabino Arana ni la Santa Madre Iglesias vaska-vaska.
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