Ya
lo ven, como un turista más, con su mochilita y su canesú, y con la “parienta”
aldeanita “à côté de lui”.
Son como un parejita de “guiris” de esos que arrasan Lanzarote en estos días de verano, si
no fuera porque, seguro, que también les pagamos entre todos los vascos (y las vascas,
of course) a sus polizontes autonómicos
de escolta.
Pero el individuo, o sea, el Urcuyo, viene de “empalmada” (otra versión
del duque consorte, rijoso y “em-palma-do”), llegó a Lanzarote el martes 4 de
agosto, pero venía de los Estados Unidos, donde estuvo de fiesta en el
pueblecito de Boise, en el que existe una pequeña colectividad de descendientes
de los pastores vascos que emigraron hace un siglo huyendo del hambre (¡Franco
aún no había nacido!).
Por cierto, al "pater familias" se le ve tenso, avergonzado, temeroso de que trascienda que se va de vacaciones a la España más turística, a las islas más alejadas del bullicio NaZionalista que se asienta en todos los pueblos de las Vascongadas cuando llega agosto. De ahí su gesto de taparse la cara con la mano, llevándosela a la napia, mientras espera en la cinta del aeropuerto a recoger sus maletas.
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