España ¿un estado fallido?, ¡si!, el de las autonomías

Cada vez son más las voces que se alzan contra un modelo de arquitectura jurídica en el desarrollo de la administración en España, que establece cuatro sistemas de competencias territoriales, con su correspondiente peaje al excesivo peso que la política y el sistema de partidos tienen entre nosotros: municipal, provincial ,autonómico y nacional, aunque en propiedad habría que hablar de un quinto espacio, en el que cada vez están residenciadas más competencias: el regional mundial, es decir, el europeo.

Una de las personas que más claro lo tiene es Esperanza Aguirre, que no pierde ocasión para proclamar su visión de la realidad. Pero todavía no es tiempo de esperanzas, no ha llegado el tiempo de Esperanza. Pero puede que en cuatro u ocho años sea Presidenta del Gobierno de la nación, y así fuera, seguramente, las cosas empezarían a ir claramente a mejor para todos: menos "estao", menos impuestos, menos despilfarro y más inversión productiva.

El Estado de las Autonomías puede ser (de hecho lo es) un estado fallido, no solamente porque es infinanciable, también porque es el terreno propicio para lidercillos mesiánicos, para sanchopancismo; ¿ejemplos?: televisiones públicas autonómicas costosísimas, aeropuertos sin aviones, patrimonios personales que crecen sin explicación (¿se acuerdan del de Bono?), veleidades independentistas, etc.

Si un día cercano las autonomías en España se reducen en multitud de aspectos y en el sobrecosto que supone renunciar a la economía de escala en la gestión de los intereses públicos, ya verán como no sale ni una sola lágrima del común de los ciudadanos; sólo llorarán aquellos que se queden sin abultadas nóminas que no se merecen, y quienes sienten la necesidad de ser transportados en coche oficial y con un conductor del parque móvil regional.