Puede que la constitución de un grupo parlamentario propio de UPN en el Congreso de los Diputados sea una demasía; puede que grupos parlamentarios de socialistas y de populares vascos sea un exceso, puede que también lo sea si los conforman socialistas o populares catalanes, gallegos ...
Puede, puede, puede ...
Puede que el Reglamento del Congreso de los Diputados sea un error.
Puede que la normativa electoral española lo sea en mucha mayor medida, incluso el más grande de los errores, y ya se sabe que la causa de la causa, es la causa del mal causado ...
Si llegamos a este diagnóstico, la solución esta servida: basta con ser radicales, pero en su sentido original y genuino; "radical" no es sinónimo de "extremista", sino de persona que va a la raíz de los problemas, no en vano la palabra viene del latín: radix-icis (raíz); porque se trata de eso mismo: hacer una ley electoral adecuada para permitir un funcionamiento racional y democrático de las instituciones del estado y, señaladamente, del gobierno de la Nación.
¿Que los nacionalistas se van a cabrear?, bueno, ¡y qué!, eso es algo que, por sabido, podemos comenzar a descontar desde ahora mismo. Que los dos grandes partidos nacionales, llamados a alternarse, deberán entenderse mejor, bien ¡vale!, eso es estupendo. Que el "espíritu de la Transición" debe recuperarse, pues si, ¡claro!, aunque quizás fuera mejor dejar la Transición como quedó (bastante bien) y sustituir su espíritu por otro más adecuado a las necesidades de los nuevos tiempos que corren, ¿qué tal?: "espíritu constitucional", "espíritu de estado" (¡uf!), "espíritu nacional" (¿?), "espíritu democrático", "espíritu de España" .... ¡complicado esto de buscar una buena etiqueta para el "espíritu" que debe inspirar el hacer de los políticos que nos esta tocando sufrir ... esperemos que al final no tengamos que pasar del espíritu al suspiro ... suspiros de España.
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