El pasado domingo dedicamos un buen rato a seguir las evoluciones de los esforzados de la ruta en la París-Roubaix, seguramente la carrera ciclista de un día más dura del mundo, aunque, todo hay que decirlo, este año, como hizo buen tiempo, no resultó tan dramática como en algún año anterior.
Otra de las cosas curiosas de la carrera es el trofeo, el que ven en la imagen, un auténtico adoquín, como los que se utilizaron para construir las calzadas sobre las que ruedan los ciclistas en esta prueba, el temible pavés. ¡Ah!, este domingo ganó el suizo Fabian Cacellara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario