No es que
tengamos nada contra los tiparracos feos (y menos después de la que le han
montado al pobre Arturo Fernández cuando, en plan de broma, dijo hace unos
días, con motivo de la huelga general, que en las manifas solo se ve gente
fea); ¡noooooo! , líbrenos Juangoicoa.
Pero no cabe
duda que el aspecto exterior, el look, del nuevo jefecillo de Izquierda
Republicana de Cataluña (ERC), una vez superada la etapa en ese partido de la
Rahola o de José Luis Carod (que tampoco eran mancos en lo de guapura) es, al
menos, llamativo: porque el individuo, un tal Junqueras, tiene misma la pinta que gastan en los países
islámicos los dirigentes de los colectivos más radicales de esa grey, parece un
líder talibán, o un ayatolá, o un prohombre de las milicias islámicas de
cualquiera de esos tristes, sucios países, que, sobre todo, adolecen de una
endémica falta de libertad; un poco en la línea de los radicales catalanes, que
enseguida señalan con el dedo a quienes no comparten su radicalismo.
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