"La declaración ayer ante el juez de los dos principales implicados en el denominado ‘caso Zambrana’, una de las ramificaciones de la presunta trama de corrupción y espionaje vinculada al PNV alavés que la Justicia trata de desentrañar desde hace tres años, sirvió para confirmar la enorme sucesión de anomalías que rodean la operación.
Los dos empresarios jeltzales
imputados por el caso, Iosu Arruti Letemendia, dueño de la empresa Sidepur y
amigo íntimo del principal cerebro de la trama, el ex ‘número dos’ del PNV
alavés Alfredo De Miguel, y su padre, Jesús Arruti Odriozola, eludieron
justificar ante el juez las fuertes sumas de dinero que se embolsaron y
repartieron a otras compañías de imputados. El padre esgrimió su «deterioro
psíquico y físico» para justificar que no recordaba nada. El hijo declinó
directamente contestar a las cuestiones más espinosas. Ambos eludieron
responder a las cuestiones planteadas por la Fiscalía.
Según destapó en su momento en
exclusiva EL CORREO, el entonces todopoderoso ‘número dos’ del PNV alavés,
Alfredo de Miguel, se esforzó durante seis años en sacar adelante una
macrorrecalificación urbanística en Zambrana, una pequeña localidad situada a
33 kilómetros al sur de Vitoria, cerca de Miranda de Ebro. En la operación, que
de haber culminado con éxito hubiera arrojado unos beneficios millonarios, se
implicaron amigos y socios del entonces burukide, la cúpula del PNV alavés del
momento y hasta el Gobierno de Ibarretxe.
Al final todo se vino abajo. De
Miguel mandó de la noche a la mañana a la basura la compleja tela de araña que
tanto había tardado en tejer. La razón: que el PSE se hizo con el poder
desplazando por vez primera al PNV de Ajuria Enea.
Iosu Arr uti, ahora imputado como su
padre por un delito contra la Hacienda y blanqueo de capitales –que conllevan
penas de prisión–, fue la persona elegida por De Miguel para materializar el
fallido ‘pelotazo’. Si la coyuntura política no lo hubiera ‘impedido’, él y su
empresa Sidepur habrían obtenido comisiones por un importe total de 3.150.000
euros de un grupo de inversores catalanes que captaron como capitalistas para
la operación.
Entre miembros de la trama
Aun así, pese a frustrarse, Arruti se
embolsó miles de euros por la presunta realización de unos trabajos de los que
no existe constancia. Parte del dinero se lo quedó el empresario vizcaíno. El
resto lo distribuyó entre empresas de miembros de la trama.
Lo más curioso es el papel jugado por
Arruti padre, que ayer dijo no recordar nada. Pese a tratarse de un jubilado
enfermo con apenas una pensión, primero creó una empresa de asesoramiento
llamada Zerulur y luego decidió que quería invertir en dos compañías
relacionadas con los negocios del hijo, Villaluz y Villadiesel.
Como no tenía dinero, Arruti padre
pidió prestados nada menos que 400.000 euros a otros conocidos de su hijo. Pero
lo verdaderamente curioso del asunto es el, digamos, olfato para los negocios
del imputado. Y es que en solo unos meses, la misma firma que le prestó el
dinero, Enginergy, le recompró las participaciones por más del doble de la
cantidad inicialmente desembolsada. Resultado final: un bonito ‘pelotazo’ de
más 464.000 euros.
El juez y la fiscalía sospechan que
la compleja red de empresas y de pagos intenta ocultar el abono de presuntas comisiones
ilegales a dirigentes, cuadros y militantes del PNV. Está probado que algunas
de esas operaciones se ocultaron al fisco, lo que constituye un delito en sí
mismo.
Antes de que el caso vaya
a juicio es previsible que testifiquen los inversores catalanes a los que la
operación ha supuesto pérdidas millonarias."
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