Hace unos días visitó Bilbao el vicepresidente
de la Asamblea Nacional Catalana, para presentar la recién creada delegación
vasca de ANC, bajo la denominación de “asamblea de Euskal Herria”, y para
conformar una uve en la calle San Vicente, similar a la que se iba a hacer en
Barcelona el 11-S, por cierto, en la mini “V” de Bilbao las caras más
fácilmente reconocibles eran las de los dirigentes de las siglas herederas de
Eta-Batasuna, entre ellas la de Anastasio “Tasio” Erkizia.
Sin embargo la mayor preocupación que manifestó
el representante de ANC estaba en que no se frene a Cataluña “como a
Ibarretxe”.
En plena sintonía con nuestro visitante el
portavoz del Gobierno vasco hizo inmediatamente causa común centrándose en la
crítica al Presidente del Gobierno de la nación por presuponer el resultado de
la intervención del Tribunal Constitucional en lo relativo a la consulta
anunciada por Artur Mas.
Nadie explícitamente había unido hasta ahora en
un foro similar los procesos del “Plan Ibarretxe”, versiones I y II, con el que
llamaremos “Plan Mas”, que también ha tenido dos etapas.
Sobre todo aquí, en nuestra región, se prefirió
hasta por los nacionalistas más acérrimos olvidar las dos insípidas
legislaturas últimas de Ibarretxe, cuyo final político fue en buena medida
causado por la sentencia unánime del Tribunal Constitucional de 11 de
septiembre de 2008 que declaró la inconstitucionalidad y la nulidad de la ley
9/2008 del parlamento autonómico vasco “de convocatoria y regulación de una
consulta popular”, ley que no llegó a estar vigente ni un solo minuto,
sentencia con la que se ponía el punto final al “road map” (hoja de ruta) que
constituyó el “Plan Ibarretxe II”, cuyo recorrido no tuvo ni siquiera un año de
vida desde su formulación en el pleno del parlamento vasco el 28 de septiembre de
2007.
Al menos hasta la fecha, los paralelismos en el
devenir de los planes de los presidentes Ibarretxe y Mas, al margen de matices,
son evidentes; ambos se iniciaron con la reforma de los respectivos estatutos
de autonomía, si bien con resultados dispares: el nuevo estatuto vasco fue
rechazado por el Congreso de los Diputados el 1 de febrero de 2005, y el nuevo
estatuto catalán, aun aprobado, sufrió amplios “recortes” en su tramitación en
la misma Cámara como después en el examen de su constitucionalidad, por lo que
los nacionalistas catalanes no olvidan aquella torpeza política del presidente
Rodríguez Zapatero de noviembre de 2003 (“Apoyaré la reforma del Estatuto de
Cataluña que apruebe el Parlamento de Cataluña”), como los ciudadanos
vascos no olvidamos que Ibarretxe fue elegido lendakari el 2 de enero de 1999
con el voto de Josu Ternera (Euskal Herritarrok), que el “Plan Ibarretxe I”
necesitó el 30 de diciembre de 2004 del voto de 3 de los 6 parlamentarios de
Sozialista Abertzaleak (Josu Ternera había huido ya de la justicia), y que el
“Plan Ibarrretxe II” sólo fue posible por la suma el 27 de junio de 2008 del
voto de un parlamentario de los 9 del Partido Comunista de las Tierras Vascas;
estas tres formaciones fueron posteriormente ilegalizadas como “segundas
marcas” del entramado Eta-Batasuna.
Con estatuto nuevo, o sin él, y al margen de
otras circunstancias, la fase II de los respectivos planes requería, por diseño
de sus mentores, la celebración de un referéndum: en eso estuvimos aquí con
Ibarretxe durante el 2008 y ahora estamos en eso mismo en Cataluña con Mas en
el 2014.
Los politólogos y los juristas, no
necesariamente expertos en derecho constitucional, saben que los 34 folios de
la sentencia del Alto Tribunal de 11 de septiembre de 2008 contienen una línea
jurisprudencial tan clara que, por un lado, estaremos eternamente agradecidos
al exlehendakari Ibarretxe por haber proporcionado la ocasión y, por otro lado,
permite inferir con escaso margen de duda qué ocurrirá en el preciso instante
en que el boletín oficial de Cataluña publique la ley “ad hoc” pergeñada por el
equipo de Mas para su referéndum del próximo 9 de noviembre.
La ley vasca homóloga se publicó en el B.O.P.V.
el 15 de julio de 2008 y ese mismo día fue bi-recurrida por el gobierno que
presidía Rodríguez Zapatero y por 50 diputados y senadores del Partido Popular,
entonces en la oposición, quedando suspendida el 17 de julio, con efectos al
día 15 y finalmente anulada en menos de dos meses.
La rapídisima tramitación del recurso permitió
la decantación en diversas instancias de aforismos que, en este caso, no por
elementales dejan de tener un profundo significado jurídico y político: "autonomía no es
soberanía"; los ciudadanos vascos "no pueden decidir por todos los
españoles"; usar el término "consulta" y no el de
"referéndum" no basta "para defraudar la competencia exclusiva
del Estado"; “las comunidades autónomas como parte del Estado son una
parte subordinada del mismo”; “no son posibles las relaciones de igual a igual,
la bilateralidad, entre el todo y una de sus partes”, entre otros.
El que fuera líder democristiano vasco
Julen Guimón solía repetir la idea de que es nuestra región “el futuro es
cierto, el pasado impredecible”; pues bien, no hay muchas dudas de que en
Cataluña esta cita es hoy perfectamente aplicable, por un lado, a la luz de lo
que se esta sabiendo últimamente del president Jordi Pujol, y por otro, de los
planes de su sucesor actual, el president Mas.
NOTA:
Como anunciábamos hace unos días, tras las palabras de Carlos Floriano (P.P.),
traeremos al blog artículos que
señalen los paralelismo de los “planes Ivarreche”, con el “plan Mas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario