La desvergüenza de los corruptos no tiene fin, ni límite. Nos engañan doblemente: en lo fundamental robando a manos llenas y amasando una fortuna tremenda en un paraíso fiscal, y lo que casi es peor, nos engañan creando la apariencia de que son gente humilde que después de una vida dedicada a los demás, les queda una misérrima pensión casi de "mileurista".
Debería estar contemplado en el Código Penal una sanción de muchos años de cárcel para quien toma el pelo a la ciudadanía de una forma tan elaborada y cruel.
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