Este
pasado jueves Jens Voigt, a la provecta edad de 43 años (los cumplió la
víspera), registró un nuevo récord de la hora (51,115 kms.), el tercero desde
el establecido por Eddy Merckx en 1972 (49,431 kms.), decimos que “récord … pero menos” porque la UCI ha
vuelto a abrir la mano, a relajar las reglas, de tal manera que tras anular
hace unos años varios récords (incluido el de Induráin de 1994) por utilizar engendros mecánicos que
¡sí, es verdad!, se parecían a una bicicleta, porque tenían dos ruedas y
pedales, lo cierto es que incorporaban diseños en las máquinas y en las posturas
de sus impulsores que hacían difícilmente reconocible los resultados.
Pues bien, la UCI ha cedido ante el espectáculo y ha
liberalizado notablemente la elección del material, para generar ventajas
aerodinámicas muy (demasiado) ventajosas, cuando debería haber optado por un
sistema rígido en el diseño de las bicicletas que haga homologables los esfuerzos
de los ciclistas que se enfrentan al reloj durante una hora. Se trataría, en
definitiva, de crear (más bien mantener) el récord de la hora como una modalidad
específica de competición individual con reglas propias en cuanto a material y
formas, que haga más y mejor evaluables los esfuerzos de quienes intenten batir
el récord.
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