Como
todo lo que afecta a los políticos y a las administraciones distintas al P.P.,
los fraudes y la corrupción son “pecata minuta”.
El
fraude y la corrupción en la administración autonómica vasca que se han hecho
públicos esta semana (léanse Vds. El Correo del 11 miércoles y el del 12 jueves) son
de un volumen tremendo y de una extensión en el tiempo también exagerada:
docenas de millones de euros y 12 años, en los concursos amañados para el
catering del Departamento de Educación.
El
resultado es que la Autoridad Vasca de la Competencia (AVC) ha impuesto una
multa de 18,4 millones de euros a 8 empresas de catering encargadas de
suministrar las comidas a los centros escolares de la región.
El
procedimiento para el fraude y la estafa era muy simple: la concertación de las
empresas que “estaban en el ajo” para el reparto de los centros escolares con
sus ofertas (aceptadas por el Gobierno regional) por el precio máximo … y así
desde el año 2003; en ocasiones el sobreprecio que estas empresas cobraban a la administración
era del 36% sobre lo que cobraban a colegios privados.
El
asunto era sabido, hasta el punto de que un excluido de los concursos amañados
logró “adivinar” el resultado en el año 2011 y dejó constancia en acta notarial
el 14 de mayo de 2011.
El
responsable de la expresa excluida y perjudicada por el amaño llegó a
comparecer en el Parlamento en el año 2014 para denunciar los hechos … pero
hasta ahora no ha conseguido su propósito de limpiar esos procedimientos, pero
le ha ocurrido como a El Cid: el triunfo no lo ha visto, ha llegado después de
que él muriera en abril de 2015.
Para más información pinchar aquí encima, el
título: “Al notario se le atragantó el menú”.
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