El lunes 26 de mayo pudimos presenciar la indecente foto de la Consejera NaZionalista (de no sabemos qué materia) del gobierno regional autonómico vasco, y que ejerce de portavoz del mismo, rindiendo pleitesía al padre (o ex-padre, que no lo sabemos tampoco) Erquícia, “Tasio” de nombre de guerra, un ex–curilla de Eta-Batasuna que lleva muchos años jubilado, una auténtica momia de la merdé etarra. ¿Qué le estará vendiendo la una al otro?, ¿referenduncillo en rodajas?.
Da grima ver a la Arcárate con el “Tasio”; pero resulta más repugnante la imagen si tenemos en cuenta algo que, algunos, supimos al día siguiente, cuando Cristina Cuesta (de COVITE y de la Fundación Gregorio Ordóñez) en la presentación del libro titulado “Las víctimas del terrorismo en el discurso político”, en la Fundación para la Libertad, nos contó una realidad que nos desazonó a todos los presentes.
Y es que la Mirenchu Azcárate vive en el mismo portal que la madre de Cristina Cuesta (y por tanto, viuda de Enrique Cuesta, asesinado el 26 de marzo de 1982), la Azcárate en el 7º piso y la madre de Cristina en el 5º.
Pues bien, a pesar de ser vecinas, jamás la Azcárate ha mostrado ni el más leve signo de proximidad, de cariño, de reconocimiento, de afecto hacia su vecina víctima de la banda criminal nacionalista vasca, jamás. Siempre le ha dedicado un gesto de incomodidad, incluso de desprecio, cuando se cruzan en el portal o en supermercado, pero eso sí, la consejera NaZionalista va al “super” a pecho descubierto, sin escolta (¡ni falta que le hace!), mientras que la familia Cuesta, madre e hija, no pueden salir a la calle sin protección.
Quien sabe si la sinvergüenza de la Azcárate compra su libertad de movimientos bajándose las bragas (dicho sea en sentido figurado) antes abyectos personajillos de la banda Eta-Batasuna como lo hizo el 25 de mayo con el “Tasio” Erquícia.
Da grima ver a la Arcárate con el “Tasio”; pero resulta más repugnante la imagen si tenemos en cuenta algo que, algunos, supimos al día siguiente, cuando Cristina Cuesta (de COVITE y de la Fundación Gregorio Ordóñez) en la presentación del libro titulado “Las víctimas del terrorismo en el discurso político”, en la Fundación para la Libertad, nos contó una realidad que nos desazonó a todos los presentes.
Y es que la Mirenchu Azcárate vive en el mismo portal que la madre de Cristina Cuesta (y por tanto, viuda de Enrique Cuesta, asesinado el 26 de marzo de 1982), la Azcárate en el 7º piso y la madre de Cristina en el 5º.
Pues bien, a pesar de ser vecinas, jamás la Azcárate ha mostrado ni el más leve signo de proximidad, de cariño, de reconocimiento, de afecto hacia su vecina víctima de la banda criminal nacionalista vasca, jamás. Siempre le ha dedicado un gesto de incomodidad, incluso de desprecio, cuando se cruzan en el portal o en supermercado, pero eso sí, la consejera NaZionalista va al “super” a pecho descubierto, sin escolta (¡ni falta que le hace!), mientras que la familia Cuesta, madre e hija, no pueden salir a la calle sin protección.
Quien sabe si la sinvergüenza de la Azcárate compra su libertad de movimientos bajándose las bragas (dicho sea en sentido figurado) antes abyectos personajillos de la banda Eta-Batasuna como lo hizo el 25 de mayo con el “Tasio” Erquícia.
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