

El resultado es la bancarrota de las arcas públicas, y lo que es peor, la saturación del Cementerio de Arlington y la existencia de cientos de miles de jóvenes (y a medida que pasan los años, no tan jóvenes, adultos y ancianos) con secuelas físicas y psíquicas de las diferentes guerras en que se han batido el cobre por todos nosotros.
Les traemos dos imágenes hoy, de dos jóvenes norteamericanos que han quedado inválidos de por vida por defender la causa de la libertad en remotos parajes del mundo.
En la primera ven a un soldado que perdió las piernas y esta reaprendiendo a practicar su deporte favorito: la escalada; y en la segunda a otro joven que perdió las manos, pero aún así esta dispuesto a seguir viviendo y a intentar ser feliz.
Ya lo decimos en el titular: “El admirable espíritu americano: la vida sigue”.
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