De la planta de purines (o sea, caca de vaca) de Carranza (Vizcaya) sólo hay unas construcciones a medio ejecutar y un gran fiasco sin salida, en el que se llevan gastados 10 millones de euros procedentes de las administraciones implicadas (desde el gobierno de la nación al Ayuntamiento local) y que aún pueden costar 6 millones más (dependerá del Juzgado) para seguir igual, es decir, las obras sin terminar y, por lo tanto, sin que la instalación pueda ponerse funcionamiento, al tiempo que continuará la contaminación que origina los purines del ganado de la zona.
O sea, y perdonen, ¡una gran cagada en toda regla!.
¿Y quien es el responsable de la deposición?, parece que el Ayuntamiento, gobernado en aquella época por el PNV, como también permanece sospechosamente aquietada en el conflicto jurídico la propia Diputación de Vizcaya (del PNV), que paga y calla, como si tuviera algo que temer o a alguien a quien proteger.
Otro dato a valorar por el lector: parece que el cerebro de la melé es un tal Martín Alcacibar, en quien concurre una triple participación en el negocio: fue alto cargo del Gobierno Vasco (director de Investigación Agropecuaria), y miembro de los consejos de administración de las dos empresas que están en el lío: Ade Biotec (adjudicataria de la obra) y Karrantzako Minda (instrumental para realizar la operación), actualmente en concurso de acreedores y próxima a la liquidación.
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