La polémica sobre las consignas gubernamentales de “cerrar la boca” a los olímpicos españoles en Pekín es una vergüenza (COI, COE, De la Vega); estos Juegos Olímpicos se van a celebrar en un gran campo de concentración, rodeado de policías, soldados, alambradas y espías del régimen.Los periodistas tienen prohibido el acceso a muchos lugares, entre ellos la Plaza de Tianamen; a los lugareños se les ha prohibido hablar con los extranjeros; y a los deportistas de algunos países (España entre ellos) se les ha prohibido hablar con los lugareños … Pekín va a representar la antítesis de la gran fiesta de hermandad que los Juegos Olímpicos venian siendo en los últimos tiempos.
Era razonable que se concediera a Pekín la organización de la Olimpiada de 2008, pero no para premiar o convalidar un régimen dictatorial, sino justamente para todo lo contrario: para propiciar el inicio de la transición a la democracia … para abrir una brecha en el monolitismo del sistema maoísta.
Algunos llegamos a pensar (ingenuamente a lo que se ve), que si el reinicio de las relaciones entre EEUU y China en 1972, en la Presidencia de Richard Nixon, se produjo después de unos partidos de table tennis (la diplomacia del ping pong, se llamó) entre los equipos nacionales de ambos países … quizás ahora los Juegos Olímpicos pudieran servir para adelantar la caída del “muro de bambú”.
Qué cándidos semos; todo lo contrario, al terminar los Juegos, el Presidente del COI dirá aquello de que “estos Juegos han sido los mejores Juegos de la historia”, en este caso ad majorem gloriam de la dictadura más feroz que subsiste en el planeta.
Pie de foto: Richard Nixon y Mao Tse Tung (asín se escribía entonces) en 1972, en el encuentro propiciado por la "diplomacia del ping pong".
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