El mundo (el mundo mundial) tiene un problema. Se llama insensibilidad ante esperpentos como el de estos días en Corea de Norte (aunque algo parecido podría decirse de Cuba, o Siria, o ...).Ya saben, nos referimos a la dinastía de sanguinarios dictadores comunistas instalada en Corea de Norte; parece que, de momento, la saga va a continuar:
· la comenzó el abuelo, Kim Il-Sung, apodado como "Presidente Eterno".
· la continuó el padre, Kim Jong-Il, apodado "Querido Líder".
· y la seguirá el nieto, Kim Jong-Un (en la foto), un dictador a la búsqueda desesperada de un apodo, y se barajan varios: "Gran Sucesor", "Joven General", "Líder Supremo", "Sol del Siglo XXI" ... ¿qué tal simplemente "El Gordito", © Carlos Herrera?.
La férrea dictadura norcoreana es de una simplicidad tremenda, quizás por eso es tan duradera, ya que no requiere complejos mecanismos de análisis de la situación: allí se dice "hoy, esta semana, este mes, toca llorar como plañideras a "Querido Líder" y quien no lo haga en cantidad y convincentemente ... al paredón". Y se acabó el problema. Es un país lleno de miedo, lleno de chivatos del régimen (¡cogno, como akí!), lleno de represión, de cárcel y de muerte para los opositores al régimen.
Lo curioso es que en situaciones como esta, tiparracos como Willy Toledo, silentes, no dan la talla, y otros del género de menesterosos políticos callan, como Cayo.
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