A la salida de La Moncloa, de su entrevista (que no alcanzó el grado de "negociación") con el Presidente del Gobierno de España, nuestro presidente regional o autonómico, Sr. Ivarreche, dijo alguna sandez notable, alguna perogrullada de guardar en los anales del"pensamiento" NaZionalista, del tipo de (la recogíamos ayer): "quien sólo tiene en la cabeza elecciones, no tiene en la cabeza soluciones".
Pero nuestro Lejendaccary dijo también alguna barrrrbaridad que otra, hoy viene a cuento que pongamos en evidencia la siguiente:
"No es aceptable que lo que el presidente Rodríguez Zapatero ha negociado con ETA se niegue a negociarlo, se niegue a pactarlo con el lendakari".
Esta frase es más indecente que aquello de "unos mueven el árbol y otros recogemos las nueces" de Arzallus, es una frase que causa repugnancia.
No sabemos qué negoció (mediante persona interpuesta) Rodríguez Zapatero con ETA en Loyola, ni si el texto remitido por Ivarreche a Zapatero hace menos de dos semanas, es la trascripción fiel de las conversaciones y pactos (o supuestos pactos) de Loyola.
Ni lo sabemos, ni importa ahora, porque estamos en el terreno de lo puramente conceptual. Y conceptualmente es indecente que Ivarreche tenga a gala recoger el testigo de lo que la banda criminal nacionalista negoció y dejó inconcluso durante la segunda tregua-trampa, no es de recibo que a Ivarreche le guste ser el relevista de lujo de los joputas que acaban de asesinar a personas inocentes en Mondragón y Villareal de Álava (o Legutiano).
Pero nuestro Lejendaccary dijo también alguna barrrrbaridad que otra, hoy viene a cuento que pongamos en evidencia la siguiente:
"No es aceptable que lo que el presidente Rodríguez Zapatero ha negociado con ETA se niegue a negociarlo, se niegue a pactarlo con el lendakari".
Esta frase es más indecente que aquello de "unos mueven el árbol y otros recogemos las nueces" de Arzallus, es una frase que causa repugnancia.
No sabemos qué negoció (mediante persona interpuesta) Rodríguez Zapatero con ETA en Loyola, ni si el texto remitido por Ivarreche a Zapatero hace menos de dos semanas, es la trascripción fiel de las conversaciones y pactos (o supuestos pactos) de Loyola.
Ni lo sabemos, ni importa ahora, porque estamos en el terreno de lo puramente conceptual. Y conceptualmente es indecente que Ivarreche tenga a gala recoger el testigo de lo que la banda criminal nacionalista negoció y dejó inconcluso durante la segunda tregua-trampa, no es de recibo que a Ivarreche le guste ser el relevista de lujo de los joputas que acaban de asesinar a personas inocentes en Mondragón y Villareal de Álava (o Legutiano).
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