La lectura de los “currículum vitae” de la nueva cúpula de la banda criminal nacionalista vasca, detenida à Bordeaux el pasado miércoles, pone de manifiesto las cosas que algunos sabemos de largo, pero que, sin embargo, pueden llamar la atención a quienes no conocen el percal, esto es, la tremenda facilidad con que algunos NaZionalistas vascos pasan de las pistolas y las bombas a la actividad política, o viceversa; o si prefieren, de la banda criminal nacionalista vasca al parlamento regional y a los ayuntamientos, o viceversa.
Detenida la nueva cúpula etarra, vemos que uno de ellos había sido parlamentario vasco y otra teniente de alcalde de Andoain y sabemos que quien llevó a la policía hasta ellos (y no precisamente por casualidad) fue el ex-alcalde batasuno del mismo pueblo; de la política al terror, o viceversa, como ocurrió con Josu “carnicero” Ternera: de la dirección etarra al parlamento de Vitoria, para votar a favor de la primera investidura de Ibarreche, ¡ah! y a la Comisión de Derechos Humanos …
Los nacionalistas de todo cuño y condición consideran razonables estos movimientos, les gustan y los aprovechan, y esperan los momentos en que los terroristas se disfrazan de políticos para sus consensos y para hacer causa común con ellos.
Todos sabemos que el NaZionalismo todo, está encantado de que eta-batasuna, o sus innumerables franquicias y disfraces, gobiernen en Ayuntamientos, tengan representación en las Juntas Generales de los Territorios Forales, dispongan de grupo parlamentario propio en la cámara autonómica y hasta estén presentes en las Cortes Generales y en el Parlamento Europeo. Y, por supuesto, que monten todo tipo de asociaciones y entidades que el NaZionalismo “formal” se apresura a financiar generosamente con dinero público, porque les financian todo, incluidos los “polvos” de fin de semana, en los “vis à vis” con las chicas propias o de alquiler que visitan a joputas etarras que cumplen condena en prisiones fuera de las Vascongadas.
La última indecencia NaZionalista en su legitimación política del terrorismo etarra es del mismísimo Lejendaccary: que Ibarreche haya asumido como propios los términos de la negociación que los representantes terroristas dejaron inconclusa en Loyola, para volver a los asesinatos, así se lo planteó al Presidente Rodríguez Zapatero esta semana en su visita a La Moncloa, para rematar la propuesta por escrito que le había enviado unos días antes, que recogía, tal cual, los contenidos de los documentos finales (pero no firmados) de Loyola.
Los nacionalistas de todo cuño y condición consideran razonables estos movimientos, les gustan y los aprovechan, y esperan los momentos en que los terroristas se disfrazan de políticos para sus consensos y para hacer causa común con ellos.
Todos sabemos que el NaZionalismo todo, está encantado de que eta-batasuna, o sus innumerables franquicias y disfraces, gobiernen en Ayuntamientos, tengan representación en las Juntas Generales de los Territorios Forales, dispongan de grupo parlamentario propio en la cámara autonómica y hasta estén presentes en las Cortes Generales y en el Parlamento Europeo. Y, por supuesto, que monten todo tipo de asociaciones y entidades que el NaZionalismo “formal” se apresura a financiar generosamente con dinero público, porque les financian todo, incluidos los “polvos” de fin de semana, en los “vis à vis” con las chicas propias o de alquiler que visitan a joputas etarras que cumplen condena en prisiones fuera de las Vascongadas.
La última indecencia NaZionalista en su legitimación política del terrorismo etarra es del mismísimo Lejendaccary: que Ibarreche haya asumido como propios los términos de la negociación que los representantes terroristas dejaron inconclusa en Loyola, para volver a los asesinatos, así se lo planteó al Presidente Rodríguez Zapatero esta semana en su visita a La Moncloa, para rematar la propuesta por escrito que le había enviado unos días antes, que recogía, tal cual, los contenidos de los documentos finales (pero no firmados) de Loyola.
Pie de foto: el etarra Jonchu Salaberría, disfrazado de político, en la tribuna del parlamento regional de Vitoria, ante la atenta mirada de su protector Atucha.
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