La revelación del abogado de Iñaquichu es
de las que llaman la atención, con todo lo que su cliente se ha llevado de
todas partes (sólo conocemos la punta del iceberg), ahora deja impagada la
hipoteca desde hace seis meses (al parecer debe dos cuotas trimestrales de
25.000 euros).
Nos falta por saber si el individuo
llamará a “Stop Desahucios”, para cuando el banco ejecute la hipoteca (aunque
de momento el banco no le ha dicho ni "mú") y el Juzgado competente
se acerque al palacete de Pedralbes (¡un “Ajuria Enea” cualquiera!) para realizar
el lanzamiento, y ante esa tesitura, ya sabe el lector cual es la estrategia:
allí esperan la “parienta” (en este caso la infanta Cristina) con bata de
guata, los cuatro críos llorando y con los churretes de mocos cayéndoles sin
cesar, y él mismo, sucio, sin afeitar, que no sabe si lanzarse a la calle desde
la ventana del sótano (¡pá no
hacerse daño!) o gritar contra el gobierno o contra Fräulein Zu
Sayn-Wittgenstein. ¡Puede resultar patético!
Por cierto, si no tiene ingresos (¿y quién
le va a contratar con sus antecedentes?, salvo para dar clases de gimnasia en
un instituto de tercera), es de suponer que acabará pidiendo un abogado del
Turno de Oficio.
De todas formas,
para vicios ya tiene. El día de San Valentín la
parejita Iñaquichu-Cristina se fue a cenar a Baqueira Beret con sus amigos,
entre ellos su prima Alexia (a saber, “princesa” de Grecia en el exilio), por
cierto, casada con otro plebeyo imputado en delitos contra la ordenación del
territorio y tráfico de influencias, y algunas irregularidades en la
construcción de su chalet en Lanzarote. Ya ven, “Dios los cría y el "estar
fuera de la ley" les junta”.
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