Hace unos días saltó a la luz que los comedores sociales que mantienen algunas congregaciones religiosas en la capital vizcaína se han visto obligados a cambiar la composición, tanto en ingredientes como en condimentación, de los tradicionales menús que vienen sirviendo a los indigentes en sus locales.
¿La causa?, pues muy simple, que alrededor del 70% de los comensales son de origen árabe que, como es bien sabido, tienen prohibida la ingesta de ciertos alimentos.
Así que, para tener contentos a los inmigrantes irregulares que se han convertido en indigentes con mando en plaza, tenemos puteados a nuestros pobres "de aquí": se acabaron las alubias con sacramentos, se jorobó el cocido de garbanzos con chorizo, han desaparecido del menú la morcilla, la costilla, la panceta, etc.
A nuestros pobres sólo les queda una leve esperanza en su horizonte gastronómico: el Ramadán, tiempo en que los musulmanes ayunan hasta la puesta de sol ... lo que permite a los comedores sociales programar al mediodía los menús tradicionales de toda la vida.
No sabemos si esta buena gente habrá oído hablar a nuestro señor Zapatero de lo de la "alianza de las civilizaciones" ... pero no cabe duda de que, con su paciencia, están ayudando al éxito de un espejismo que no lleva a ninguna parte.
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