Si tuviéramos el cuerpo para bromas haríamos algún que otro comentario sobre doñita María Emilia, sobre su supuesta independencia, sobre la bronca que le echó la Vicepresidenta en público mientras estaban ambas situadas en la tribuna de un desfile, sobre la justicia que deja de ser tal cuando es tan tardía y los acontecimientos se la llevan por delante, y tantas otras cosas que subyacen en el turbio y torpe proceder del tribunal especializado que debe velar por la integridad de la Constitución Española de 1978. ¡Pero hoy no estamos para nada!.
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