La perspicaz periodista de El Correo Olatz Barriuso nos daba ayer un titular de tres palabras que resume toda la precampaña electoral autonómica, todo lo que llevamos de campaña y todo lo que aun nos queda de campaña, nos dice Olatz:
“La campaña languidece”
Y no es para menos, el rollo (que no discurso) de los dos contendientes con posibilidades se lo llevamos oyendo durante muchos meses, con la única variante de que el peneuvista nos oculta en estos últimos tiempos su obsesión de los ocho años precedentes: la cosa esa del soberanismo y del referéndum.
O sea, que no hay novedades de ningún género en esta campaña; ni de mensajes ni de personas: las mismas caras aburridas con las mismas propuestas aburridas. Ni unos ni otros tienen el menor atractivo ni en lo personal, ni en lo político, nada nuevo bajo el tibio sol del final del invierno. Ni siquiera en los debutantes, ni siquiera en quienes tienen reservado el papel de comparsas en esta farsa.
Nadie se atreve a denunciar la farsa de la baja calidad democrática del sistema autonómico impuesto por el régimen NaZionalista: lo sabemos todos, lo tenemos interiorizado desde hace más de tres década, pero los contendientes políticos siguen fomentando la apariencia de que “akí” existe la democracia y la libertad, que son los requisitos imprescindibles para que unas elecciones se celebren con garantías. Y no es cierto, salvo en los grandes núcleos urbanos, que son escasos, en esta región no están garantizadas las libertades y los derechos de los ciudadanos: el miedo es el elemento característico principal de la acción política en Vascongadas, y donde hay miedo no hay libertad.
Todos los políticos regionales salen a la calle envueltos en una célula de seguridad, incluso los que no la necesitan, llegan a un lugar para su campaña que previamente ha sido revisado hasta la saciedad por policía y perros adiestrados, aparecen en una caravana precedidos y seguidos por coches y furgonetas de la policía, unos camuflados y otros con los distintivos reglamentarios, se apean de coches blindados, e inmediatamente les rodea un cohorte de guardaespaldas. En el exterior de los locales de los actos políticos hay más gente (de seguridad) que en el interior (simpatizantes y electores).
No hay tampoco propuestas nuevas y atractivas, y por no haber, no hay ni siquiera carteles electorales hechos con algo de ingenio.
Tiene razón Olatz Barriuso: “La campaña languidece”. Y, por cierto, es lo mejor que le puede suceder al candidato Francisco "Pachi" López.
“La campaña languidece”
Y no es para menos, el rollo (que no discurso) de los dos contendientes con posibilidades se lo llevamos oyendo durante muchos meses, con la única variante de que el peneuvista nos oculta en estos últimos tiempos su obsesión de los ocho años precedentes: la cosa esa del soberanismo y del referéndum.
O sea, que no hay novedades de ningún género en esta campaña; ni de mensajes ni de personas: las mismas caras aburridas con las mismas propuestas aburridas. Ni unos ni otros tienen el menor atractivo ni en lo personal, ni en lo político, nada nuevo bajo el tibio sol del final del invierno. Ni siquiera en los debutantes, ni siquiera en quienes tienen reservado el papel de comparsas en esta farsa.
Nadie se atreve a denunciar la farsa de la baja calidad democrática del sistema autonómico impuesto por el régimen NaZionalista: lo sabemos todos, lo tenemos interiorizado desde hace más de tres década, pero los contendientes políticos siguen fomentando la apariencia de que “akí” existe la democracia y la libertad, que son los requisitos imprescindibles para que unas elecciones se celebren con garantías. Y no es cierto, salvo en los grandes núcleos urbanos, que son escasos, en esta región no están garantizadas las libertades y los derechos de los ciudadanos: el miedo es el elemento característico principal de la acción política en Vascongadas, y donde hay miedo no hay libertad.
Todos los políticos regionales salen a la calle envueltos en una célula de seguridad, incluso los que no la necesitan, llegan a un lugar para su campaña que previamente ha sido revisado hasta la saciedad por policía y perros adiestrados, aparecen en una caravana precedidos y seguidos por coches y furgonetas de la policía, unos camuflados y otros con los distintivos reglamentarios, se apean de coches blindados, e inmediatamente les rodea un cohorte de guardaespaldas. En el exterior de los locales de los actos políticos hay más gente (de seguridad) que en el interior (simpatizantes y electores).
No hay tampoco propuestas nuevas y atractivas, y por no haber, no hay ni siquiera carteles electorales hechos con algo de ingenio.
Tiene razón Olatz Barriuso: “La campaña languidece”. Y, por cierto, es lo mejor que le puede suceder al candidato Francisco "Pachi" López.
Pero es mejor que la campaña siga así; los únicos que pueden sacarla de su letargo esperemos que no actúen.
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