El curso político terminó en julio con una grave y preocupante noticia (El País, edición regional, 28-07), que es preciso que no sucumba a la molicie vacacional: el NaZionalismo vasco no va a permitir que haya una Ley Municipal en esta región, que garantice la autonomía y la suficiencia de recursos de los ayuntamientos de esta parte de España.
Las huestes del racista Arana controlan el gobierno autonómico, las diputaciones forales y la inmensa mayoría de los ayuntamientos de esta región (sólo alguna ciudad grande se libra del sucio chapapote NaCi), y a pesar de todo, la ley vasca reguladora de los municipios lleva 20 años de espera en el cajón del sueño de los justos.
El último intento, tan poco serio como los anteriores, se ha topado con la negativa foral de ceder poder a los ayuntamientos; las diputaciones controlan la "caja" a través de las haciendas forales y prefieren tutelar, y más que tutelar, dirigir de forma directa y exclusiva la gestión de los ayuntamientos de la respectiva provincia a través del procedimiento de controlar los flujos económicos que deben ir a los presupuestos municipales.
Se da la paradoja de que el País Vasco es la única de las 17 comunidades autónomas españolas que aún no ha aprobado su ley municipal. O sea, mucho echar la culpa a los demás de la falta de desarrollo estatutario, y cuanto éste depende de ellos mismos, de los nuevos NaCis, todo queda manga por hombro.
Pie de foto: el árbol de Guernica y, a su alrededor, mucha bellota y poca autonomía para los ayuntamientos.
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