Algunos se suelen quejar de que, ante situaciones cambiantes, o ante la posibilidad de varias opciones a decantar en el ultimo momento, el actor principal tenga varias respuestas, o varios guiones, todos bien elaborados, y por escrito, que se vienen llamando "el plan B", o el "C" o el "D", guardados a buen recaudo hasta que en ese momento final haya que tomar una decisión y coger la vereda más conveniente.
¿Un ejemplo?, el discurso del Rey de los vascos (y de España) Juan Carlos I, en Guernica, el 4 de febrero de 1981; cuando la posibilidad de bronca batasuna era absoluta: podía producirse, casi tenía que producirse … y se produjo, entonces el Monarca movió ligeramente sus papeles, y sacó, y leyó, el que procedía ("Frente a quienes practican la intolerancia, desprecian la convivencia, no respetan las instituciones ni las más elementales normas para una ordenada libertad de expresión, yo quiero proclamar una vez más mi fe en la democracia y mi confianza en el pueblo vasco"). Mientras tanto el servicio de seguridad desalojaba a los alborotadores y la gente normal, con mi amigo Florencio Aróstegui a la cabeza, aplaudía a don Juan Carlos.
Pues bien, ahora no hay plan alternativo del nacionalismo ante el fracaso manifiesto de la segunda tregua-trampa, simplemente quieren más de lo mismo, de lo viejo, de lo monocorde, porque en esto Juanjo Ibarreche es especialista, siempre el mismo rollo, su rollo, su plan.
¿Un ejemplo?, el discurso del Rey de los vascos (y de España) Juan Carlos I, en Guernica, el 4 de febrero de 1981; cuando la posibilidad de bronca batasuna era absoluta: podía producirse, casi tenía que producirse … y se produjo, entonces el Monarca movió ligeramente sus papeles, y sacó, y leyó, el que procedía ("Frente a quienes practican la intolerancia, desprecian la convivencia, no respetan las instituciones ni las más elementales normas para una ordenada libertad de expresión, yo quiero proclamar una vez más mi fe en la democracia y mi confianza en el pueblo vasco"). Mientras tanto el servicio de seguridad desalojaba a los alborotadores y la gente normal, con mi amigo Florencio Aróstegui a la cabeza, aplaudía a don Juan Carlos.
Pues bien, ahora no hay plan alternativo del nacionalismo ante el fracaso manifiesto de la segunda tregua-trampa, simplemente quieren más de lo mismo, de lo viejo, de lo monocorde, porque en esto Juanjo Ibarreche es especialista, siempre el mismo rollo, su rollo, su plan.
Ibarreche sólo sabe y sólo quiere cambian la puesta en escena para su papel de siempre, para su único guión. Se limita a cambiar el rictus: pasa del gesto de engreimiento, a la carita de pena, a la dignidad impostada o a la chulería infinita, el empecinamiento paleto …
Pero en los contenidos Ibarreche no cambia, ni el fin, ni el camino, ni los acompañantes que desea, ni los enemigos que ve … El guión del nacionalismo esta escrito desde hace décadas, y creen que, a pesar de estar en un mundo y una época muy cambiantes, no necesita revisión ni actualizaciones, sólo cambiará la faz que nos presenten sus portavoces, en función de la gravedad del atentado nuestro de cada que nos espera en los próximos meses.
Pero en los contenidos Ibarreche no cambia, ni el fin, ni el camino, ni los acompañantes que desea, ni los enemigos que ve … El guión del nacionalismo esta escrito desde hace décadas, y creen que, a pesar de estar en un mundo y una época muy cambiantes, no necesita revisión ni actualizaciones, sólo cambiará la faz que nos presenten sus portavoces, en función de la gravedad del atentado nuestro de cada que nos espera en los próximos meses.
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