Quienes conocemos la esencia del nacionalismo, y a los nacionalistas, ¡ya lo sabíamos!: Juan José Ibarreche se ha arrugado, y hará todo lo posible para que no se celebre el juicio que le enfrentará a sus responsabilidades por haber realizado actos presuntamente delictivos (reuniones con Eta-Batasuna con gran pompa y boato, para burlar la prohibición de actividades pseudo políticas de la banda criminal), esto es, «delito de desobediencia» participando en la comisión del mismo como "cooperador necesario", que tiene (por razones obvias) idéntica pena que la que corresponda a los autores del delito.
Y si el juicio ha de celebrarse, ¡que se celebrará!, mientras pueda pondrá todas las "pegas" habidas, y por haber, con ánimo de retrasarlo al máximo, con la esperanza de que los acontecimientos (¿impredecibles?) o la historia provoquen una carambola a su favor (ya le ocurrió una a Zapatero el 11-M).
Y si el juicio ha de celebrarse, ¡que se celebrará!, mientras pueda pondrá todas las "pegas" habidas, y por haber, con ánimo de retrasarlo al máximo, con la esperanza de que los acontecimientos (¿impredecibles?) o la historia provoquen una carambola a su favor (ya le ocurrió una a Zapatero el 11-M).
Un avatar de la historia, un avatar raro, ¿pero de qué tipo?, oh! mon ami, chi lo sa? (nork daki?, en vascuence).
La chulería de Ibarreche cuando esta con o entre los suyos, se difumina con estrépito (valga la expresión) en escenarios diferentes, en los sitios a los que no llega la presión, la coacción o la amenaza nacionalista.
Ibarreche, en definitiva, es un nacionalista de pitiminí, un presidente regional sin talla, ni humana ni política. ¡Qué ocasión esta perdiendo de acudir al juicio como un hombre!, reiterar a la Sala que le va a juzgar lo que anda diciendo por ahí y asumir la sentencia que se dicte (que evidentemente podrá recurrir si no es de gusto o conveniencia). ¡Pero no!, el se quiere escaquear, pero tiene al gobierno autonómico en danza con su procesamiento, a su partido y a todos los demás que en el País Vasco están mamando de la misma teta, incluido el inefable Madrazo Lavín (vasco de raza y con pedigree, donde los haiga).
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